El Athletic arrolla en Anoeta
El equipo bilbaíno doblega a la Real Sociedad y le perdona la goleada
¿Derby vasco en agosto? Una esperanza de fútbol. La tradición en estos casos suele inundar los partidos de malas noticias: mucho choque, malas caras, mal ambiente, poco juego. Un ritual que se suele resolver de forma aleatoria. En agosto hay esperanza. Poca gente, mucho calor, poco rodaje, es decir tiempo para la lucidez puntual, para la calidad individual, para esos detalles permitidos a estas alturas escasas del campeonato.
Se quiera o no, los primeros puntos valen igual que los últimos, pero tienen menos trascendencia. Así que un taconazo no está de más, ni un escorzo, ni algunas dosis de egoísmo. Por eso, la pasarela de Anoeta eligió a sus modelos. Por ejemplo, el ruso Khoklov, un futbolista táctil, de los que acarician el balón y corren lo justo. Ni siquiera chuta fuerte; probablemente no lo ha hecho jamás, ni consta denuncia alguna del balón por malos tratos en los juzgados de guardia. O Javi González, otro que nunca sabes si se va a tirar o va a consumar el regate, con lo que ello tiene de confusión para su marcador. López Rekarte decidió ir al bulto y se encontró la tarjeta sin saber aún qué hacer con aquel muchacho tan imprevisible que aparecía, como Khoklov, de forma intermitente. A traición.
REAL SOCIEDAD 1| ATHLETIC 3
Real Sociedad: Alberto; López Rekarte (Loren, m. 61), Kvarme, Luiz Alberto, Aranzabal; Aranburu (De Paula, m. 73), Idiakez; Tayfun, Khokhlov, De Pedro; y Jankauskas (Demetradze, m. 78). Athletic: Lafuente; Lacruz, Roberto Ríos, Carlos García, Larrazabal; Urrutia (Orbaiz, m. 79), Alkiza (Felipe, m. 82); Joseba Etxeberria, Guerrero (Tiko, m. 79), Javi González; y Urzaiz. Goles: 0-1. M. 15. Libre directo que ejecuta Julen Guerrero y Urzaiz cabecea. 1-1. M. 17. Khoklov quiebra con dos toques a la defensa y marca de tiro suave. 1-2. M. 75. Tiko, de tiro colocado. 1-3. M. 82. Disparo de Tiko que repele Alberto; el balón lo controla Javi González, que pasa a Urzaiz para que marque a placer. Árbitro: Carmona Méndez. Amonestó a Kvarme, López Rekarte, Idiakez, Khoklov, Etxeberria y Ríos. Unos 25.000 espectadores en Anoeta.
El Athletic daba la sensación de estar más hecho, como si tuviera los deberes en regla, coordinado, pero sin lustre, oficioso, pendiente de los mandatos del entrenador. Eso sí, con algunos defectos habituales: le cuesta cerrarse en la defensa cuando le mueven la cintura. Lo hizo Khoklov y encontró el empate con una facilidad estruendosa.
La Real parecía más corajuda impulsiva, como en la pretemporada. Mucho por hacer.El primer gol la sembró de dudas. El remate de Urzaiz, en una jugada a balón parado, desacredita cualquier sistema defensivo. Y la Real lo acusó. Entendió su debilidad, por más que Khoklov redimiera inmediatamente el marcador con un gol de puro tacto.
Tiene la Real problemas endémicos, más allá del principio de temporada, el calor, la falta de rodaje. Ni en la defensa ni en el ataque resulta solvente. El Athletic resulta más compensado: tiene carácter y da la impresión de haber recuperado a futbolistas necesarios, como Joseba Etxeberria, más parecido a lo que fue que a lo que era la pasada temporada. Urzaiz, en su línea, poderoso en el juego aéreo, y Urrutia, sensato, en cuanto halló el sitio que le robaba Khoklov. Le queda la asignatura pendiente de Julen Guerrero, aún escaso de condiciones. Cuando se fue, Tiko ocupó su lugar con un descaro que propició dos goles. El primero lo marcó él, con un toque de sutileza. El segundo lo inventó, lo anunció con un tiro seco que repelió Alberto para que después Urzaiz empujase el balón a la red.
Buenas noticias para el Athletic. Otra victoria en Anoeta y, sobre todo, la sensación de ser un equipo armado que jugó al ataque en campo ajeno. Sobrevivió veinte miuntos de la segunda mitad, cuando la Real echó el resto, y se adueñó del partido cuando había que apuntillarlo. Malas sensaciones de la Real, otra vez descompensada, como ausente, como si hubiera interiorizado que lo suyo es sufrir y resistir el oleaje.
Al menos el derby, en agosto, dejó destellos de calidad, improbables en otra estación.
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