El Málaga apacigua a su afición
El debilitado conjunto de Peiró consigue la victoria ante un Betis más solvente
Tres partidos en apenas 15 días son demasiados. Y más si los contendientes son los mismos. Y eso fue lo que acusaron ayer el Málaga y el Betis en su debú. Ni uno ni otro tenían escapatoria. Se conocían demasiado como para poder sorprender al rival. Así, el primer duelo regional de la temporada resultó bastante previsible y sólo sirvió para confirmar algunas de las incertidumbres o, más bien, certezas con las que ambos equipos llegaban a su estreno.
La afición del Málaga certificó lo que ha sido la comidilla del verano: que, visto lo visto ayer, queda mucha Liga para llorar la marcha de Movilla y De los Santos por muy en forma que se halle Zárate, por mucho que dé Gerardo o por muchas combinaciones que ideé Joaquín Peiró para cubrir ese enorme hueco que engulle a su equipo, algo que también se podría aplicar al Betis de Juande Ramos. Otra constatación: la defensa malaguista sigue cimbreándose de tal manera que sorprende que se mantenga en pie. Si no, que le pregunten a Roteta, quien aún no se habrá recuperado del vértigo que le causaron las continuas pasadas del habilidoso Joaquín. O a Larrainzar, que pagó su lentitud regalando a Denilson la primera oportunidad de reivindicar su juego con el espléndido pase con el que Casas adelantó al Betis en la primera mitad.
MÁLAGA 3| BETIS 2
Málaga: Contreras; Larrainzar (Sandro, m. 35), Litos, Fernando Sanz, Roteta; Gerardo, Romero, Zárate, Musampa (Canabal, m. 66); Dely Valdés y Darío Silva (Iznata, m. 81). Betis: Prats; Varela, Crosa, Belenguer, Mingo (L. Fernández, m. 73); Joaquín, Cañas, Ito, Denilson; Capi (Benjamín, m. 67) y Casas (Amato, m. 60). Goles: 0-1. M. 20. Casas, a pase de Denilson. 1-1. M. 37. Darío Silva, desde la frontal. 1-2. M 51. Casas, de penalti. 2-2. M. 65. Darío Silva aprovecha un error de Mingo. 3-2. M. 68. Zárate, a pase de Canabal. Árbitro: Ansuátegui Roca. Amonestó a Romero, Belenguer, Sandro y Litos. 20.000 espectadores en La Rosaleda.
Pero no todo ofrecía ese tono tan grisáceo. Ahí estaba el dúo Dely Valdés-Darío Silva para dar buena cuenta de cuanto pelotazo llegara y para aprovechar el más mínimo síntoma de debilidad de una defensa verdiblanca, que también flaqueó y en la que el debutante Mingo fue el saco al que propinar todos los palos.
Tan igualados sobre el césped como en el marcador, el Málaga y el Betis convirtieron la segunda mitad en un cruce de advertencias del que el equipo de Peiró salió airoso porque el uruguayo Darío Silva primero golpea y después avisa. Desconcertado por tanto golpe cuando ya daba al rival por entregado, el Betis buscó en Amato y Benjamín el empuje necesario para salir del entuerto. Algo que Canabal y Zárate frustraron con la aquiescencia de la zaga bética. Y, tras el inesperado 3-2, un desmadre que el Málaga aprovechó para apaciguar con el triunfo a su contrariada afición.
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