AMBICIONES
Me escribe un lector para expresarme sus simpatías y decirme que encuentra que estos artículos tienen una estrecha conexión con Gran Hermano, dado que según yo expreso constantemente nunca salimos de la casa. Conste que a mí me gustaría que la casa en cuestión tuviera un nombre, pero los que le he propuesto a mi santo o no le han gustado o estaban pedidos. Pensé, por ejemplo, en llamarle Ambiciones. Lo encontraba de gran fuerza simbólica dado que en esta casa hay que sumar las ambiciones de mi santo a las mías, pero resultó que así se llamaba la mansión que tiene la familia del diestro de Ubrique. Y como en los pueblos tienen tan mala leche, dije, a ver si me van a acabar llamando la Jesulina.
El caso es que mi santo leyó la carta de este lector y me ha pedido un sitio de mi columna para contestar porque dice que yo sólo provoco malentendidos. Aquí está:
'Querido lector de mi señora: he leído con interés su carta y creo que se ha creado usted una idea falsa al pensar que nuestra vida se parece a la vida de los concursantes de Gran Hermano. A mi señora le gusta hacer creer al lector que yo la tengo aquí poco menos que secuestrada. Quisiera contar mi verdad por una vez y espero que sirva para siempre: durante este mes de agosto en el que ella tanto se ha quejado hemos salido en cinco ocasiones: dos veces a sendas terrazas de Becerril de la Sierra; otra vez a tomar un helado a Navacerrada, que está algo más lejos que Becerril; una vez a ver la iluminación nueva del monasterio de El Escorial, no tomamos nada, pero tampoco va a tomar uno algo cada vez que sale, y finalmente, una escapadita a Guadarrama, a comprar gambas a un restaurante simpático pero muy ruidoso, y a mí me gusta tomarme las gambas en silencio. Eso sin contar los paseos que le doy por el campo, y una salida al Carrefour que ella relató de forma bastante sesgada. De modo y manera que si bien, querido lector de mi señora, el parecido que usted encontraba con Gran Hermano tenía su gracia, estaba lejos de la realidad. Le saluda atentamente, Un Santo, desde luego'.
Ya puestos, mi santo también ha querido aclarar otro asunto:
'En la columna de ayer, mi esposa hacía alusión a su enorme interés por ingresar en la Academia a la que, como ella dice, yo asisto los jueves. Sólo diré que espero que este proyecto absurdo no prospere, pero teniendo en cuenta que cosas más raras se han visto, quiero expresar públicamente mi disconformidad. Si tal ingreso se produjera algún día, estaría dispuesto a escribir un artículo bajo el título Vamos a menos II, siguiendo la estela del de mi admirado Goytisolo'.
Y dice mi santo que aún le queda algo por aclarar:
'En referencia también al desafortunado artículo de ayer en el que mi esposa afirmaba con ironía que yo escucho a todo volumen la canción Juanita Banana, quiero dejar claro que lo que escucho es el aria Caro nome, de Rigoletto, interpretada por la excelsa María Callas, no la ridícula versión que cantaba Luis Aguilé, que es la única que conoce mi esposa. Por lo demás no quiero que aquí parezca que yo no quiero a mi señora. Sólo quería tener, por una vez, el legítimo derecho a la réplica'. A lo tonto a lo tonto se me ha quedado con todo el espacio. Es que no sabe lo que hacer para robarme protagonismo.
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