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Presiones de vecinos contra la saturación de locales de ocio

Desde hace cinco siglos el centro histórico de Valencia ha sido el motor del desarrollo comercial, social y cultural de la capital, hasta que el desarrollismo posfranquista abrió la puerta a nuevas zonas de expansión entre 1976 y 1979. Así nacieron los emblemáticos cafés de principios de los ochenta. Del traspaso de una farmacia surgió el café Negrito; del cierre de la droguería de la calle Caballeros, arrancó primero Cavallers y después el original café Lisboa, que a principios de los noventa fue empujado a trasladarse a la plaza del Doctor Collado; de un viejo palacete en Cocinas, se habilitó en 1981 el espacio cultural La Marxa.

Todos ellos empezaron combinando la venta de libros, la edición artesanal y las exposiciones y actuaciones. Los propietarios de este medio centenar de locales se instalaron a vivir y trabajar en el barrio cuando el centro era un nido de callejones oscuros en avanzado estado de abandono. Gracias a ello, sobrevivieron los pocos comercios que quedaban entonces. El distrito Ciutat Vella, quedó protegido en 1984 con los planes diseñados por el PSOE para cada uno de los cinco barrios administrativos del centro: El Carme, Seu-Xerea, Sant Francesc, Mercat, El Pilar y Velluters. Sin embargo, la proliferación de nuevos locales en los noventa y la llegada de otros propietarios, en busca de un barrio céntrico de calidad, han acabado provocando choques entre ambos intereses. Y también la dispersión de reivindicaciones por parte de las asociaciones vecinales.

La actual campaña contra las terrazas de verano ha estado estrechamente ligada a la aparición de 60 pancartas colgadas en los balcones de El Carmen, donde se pide: 'Ocio sí, descanso también', promovida por la Asociación Amics del Carme, que se registró a principios de 2000, con medio centenar de socios, llegados en el último quinquenio al barrio.

'Un barrio residencial'

Su reivindicación -según difunden a través de una página web, a la que se accede a través del registro de asociaciones del Ayuntamiento - consiste en hacer de El Carmen un 'barrio residencial'. Los vecinos piden 'la denegación de las autorizaciones simultáneas de los locales como café-bar musical, y la revocación de las ya obtenidas hasta ahora'. También exigen 'la prohibición de la música ambiental en locales, con mesas y sillas en el exterior' y 'mayor presencia de la policía de barrio en horario nocturno, de jueves a sábado, que compatibilice el derecho de los vecinos al descanso y de los jóvenes al ocio'.

Los hosteleros, por su parte, apelan a su doble condición de empresarios y vecinos y piden que el Ayuntamiento abra una negociación seria con los comerciantes para abordar los problemas de habilitabilidad. 'Somos los primeros interesados', resume Al Barca.

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