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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Duelo en Belgrado

La decisión del Partido Democrático Serbio (DSS) del presidente yugoslavo, Vojislav Kostunica, de abandonar el Gobierno de coalición de Serbia es coherente con la situación política actual. Las diferencias entre Kostunica y el primer ministro serbio, Zoran Djindjic, han llegado a un grado de enconamiento que hacía muy difícil para ambos mantener la coalición entre sus partidos. El derrocamiento de Slobodan Milosevic era su único objetivo común. Conseguido éste, era una cuestión de tiempo la desmembración de la gran coalición Oposición Democrática Serbia (DOS), que agrupaba a 18 partidos.

Tras el desplante de Djindjic a Kostunica que supuso la entrega de Milosevic al Tribunal Penal de La Haya, el presidente yugoslavo ya había sacado al DSS del grupo común en el parlamento de Serbia. Ahora avanza un paso más en la búsqueda de un perfil propio. El pretexto ha sido la supuesta falta de voluntad del Gobierno de Djindjic para luchar contra el crimen organizado. Kostunica intenta reforzar su figura como único líder impoluto en un entorno político en el que el crimen organizado ha sido parte integral y ejecutiva del Estado. La razón inmediata aludida para la salida del DSS del Gobierno es la muerte de un ex agente de los servicios de información que, supuestamente, se había entrevistado poco antes con el presidente para revelarle conexiones del Gobierno Djindjic con círculos mafiosos.

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Pero, más allá de los motivos coyunturales, es evidente que Kostunica ya no es aquel catedrático que asumió la candidatura a la presidencia yugoslava como un deber patriótico. Tiene ya plenamente despierto el instinto de poder y quiere disputárselo a quien realmente lo tiene hoy y que siempre lo quiso, que es Djindjic. Kostunica quiere desmarcarse del Gobierno serbio, poder atacar a éste como responsable de las dificultades económicas y sociales, entre ellas el crimen organizado, que no han desaparecido con la caída de Milosevic y algunas de las cuales, las económicas, se agudizarán con la llegada del invierno.

En resumen, Kostunica quiere perfilarse como un 'no político' para permanecer en política y disputarle el poder a un político nato como Djindjic. Es difícil que le salga todo como pretende. El Gobierno mantiene su mayoría absoluta con 130 de 350 diputados, pese a la fuga de los 46 del partido de Kostunica. Y las únicas alianzas posibles serían con los socialistas fieles a Milosevic o con los fascistas de Vojislav Seselj. Malos compañeros para propugnar una política inmaculada.

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