La policía halla armas en casa de la novia del líder corso asesinado
La muerte de François Santoni ha sumido a Córcega en una calma tensa. La policía y buena parte de la opinión pública temen que Armata Corsa, el grupúsculo (entre 20 y 50 personas) que había creado y lideraba el propio Santoni, quiera vengar a su jefe. La investigación policial intenta establecer conexiones entre los distintos asesinatos no aclarados que ha conocido Córcega durante el año pasado, con 27 víctimas, y en lo que va de éste -15 muertes ya- y la ejecución de Santoni la noche del pasado viernes, cuando salía de la boda de un amigo.
La mezcla de rivalidades políticas e intereses económicos parece ser constante en todo lo que rodea a Santoni, cuando no se añaden rivalidades sentimentales para complicar el embrollo. Santoni, que no perdonaba el haber sido apartado de la dirección del brazo militar del nacionalismo corso, controlaba la apertura de salas de fiestas y la instalación de máquinas tragaperras en el sur de la isla y vivía, tal y como lo prueban las condenas judiciales de que había sido objeto, de la extorsión. La causa nacionalista se hermanaba así a la simple delincuencia, a veces camuflada de preocupación ecologista. Además, Santoni tampoco perdonaba que su última estancia en la cárcel también le hubiera supuesto ver cómo su compañera, la abogada Marie-Hélène Mattei, le abandonaba por Charles Pieri, su rival político y reyezuelo del norte corso.
Interrogatorios
Ayer la policía interrogó a varios amigos y familiares de Santoni al tiempo que registraba la vivienda parisiense de Christel, la actual novia de Santoni, y descubría allí un revólver del calibre 38, una pistola de 9 milímetros, unos 150 cartuchos, dos teléfonos móviles y diversos documentos. Para hoy, a las cuatro de la tarde, está previsto el entierro del antiguo dirigente corso y se teme que el acto sea aprovechado por Armata Corsa para hacer algún tipo de demostración de fuerza, aunque sólo sea la ritual aparición de varios encapuchados con sus Kaláshnikov para disparar unas salvas en honor del difunto.
El culto a la violencia, el clanismo y el machismo tienen profundas raíces en la sociedad de Córcega y resultan incomprensibles y dramáticamente pintorescos para la Francia continental. El esfuerzo liderado por el Gobierno del primer ministro francés, Lionel Jospin, para racionalizar la vida política insular y acabar con el culto al secreto y a la ley de las armas corre el peligro de no haber servido absolutamente de nada si la muerte de Santoni da pie a una nueva serie de ajustes de cuentas entre la dividida familia nacionalista.
Santoni, de quien el periodista Guy Benhamou, el hombre que más a fondo le había entrevistado, decía que 'se parece demasiado a un asesino para no serlo un poco', habría conseguido con su muerte hundir una negociación democratizadora que había sobrevivido a los ataques y críticas lanzados contra ella.
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