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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El IRA chantajea

Han sido más de tres años de esperanza y zozobra en Irlanda del Norte desde que se firmó el Acuerdo del Viernes Santo de 1998. Parálisis, desconfianzas y provocaciones han sido elementos constantes en este periodo. Son muchos los que se sienten tentados a tirar la toalla en los esfuerzos por lograr una paz estable en una región europea en la que décadas de guerra, odio y sectarismo han generado una situación de descomposición social y política probablemente sin parangón en el mundo desarrollado. Consideran que su buena voluntad sólo tiene por respuesta la mala fe y el cálculo político perverso. Y creen que sus esfuerzos de pacificación fomentan su propia liquidación y la ventaja de quien en campo opuesto capitaliza sus buenos oficios.

La dimisión del jefe del Gobierno provisional del Ulster, el unionista David Trimble, puso en evidencia una crisis que tiene su claro origen en la falta de avances en el desarme de las organizaciones terroristas que se enfrentan en la región. El IRA planteó la semana pasada una propuesta para su desarme, piedra angular de cualquier proceso de paz, para echarse atrás inmediatamente, culpando a una supuesta falta de voluntad de la otra parte. Pero a nadie se le puede escapar que sin que el IRA comience a liquidar su arsenal nada podrá avanzar en la imprescindible creación de confianza. Las formas pueden ser diversas, pero el efecto debe ser inequívoco: crear en la sociedad la convicción de que el IRA emprende el camino sin retorno hacia una lucha política que no requiere dinamita, lanzagranadas ni tiros en la nuca.

Ahora, una propuesta de los Gobiernos de Londres y Dublín plantea una remodelación de la policía de Irlanda del Norte (Royal Ulster Constabulary, RUC), hasta hoy casi homogéneamente protestante. Es un incentivo más para que los republicanos católicos ejerzan presión sobre quienes quieren conseguir logros políticos sin renunciar a los recursos del crimen. La reforma de la RUC es imprescindible. Más, si cabe, cuando se sugiere que tuvo informaciones previas, a las que no reaccionó, sobre el atentado de Omagh, en el que ahora hace tres años murieron 29 personas, tres de ellas españolas.

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La RUC, en su composición actual, está bajo sospecha. Pero los acuerdos para crear una policía integral tienen que tener una respuesta rápida y fiable por parte del IRA y su brazo político, el Sinn Fein. Tienen que demostrar -no lo han hecho- que su pulso político no es un mero juego de chantaje y confusión.

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