Mansos, cojos y de los nervios
Mansos y cojos los toros, de los nervios los espectadores y el palco, ciego, manteniendo en el ruedo material de desecho. Jesulín ha llegado a la conclusión de que, si es capaz de templar con la muleta, también puede hacerlo con la capa y, sin más, se ha puesto y lo ha conseguido. Habrá que corregir todavía algún vicio adquirido, como el de arrastrar hacia atrás la pierna izquierda en los lances por el lado derecho, pero hay que reconocer que ha subido muchos enteros. Con la muleta, cuatro series con la diestra y dos, intercaladas por la izquierda; labor dominadora, templada, larga, algo despegada y con poco cruce, pero siempre sabiendo imponer su criterio y con indudable capacidad lidiadora. Incierto por ambos pitones el quinto, con tendencia a acortar el viaje y manso declarado en los caballos, correteó en banderillas y llegó al último tercio hecho un regalo. Para colmo hacía viento. Jesulín acabó con un bravo macheteo, puesto que el toro no se mereció nada más.
Pereda / Joselito, Jesulín, Vilariño
Toros de José Luis Pereda, desiguales de presentación. 1º, sobrero, condenado a banderillas negras, 5º, manso, y 3º, cojo. Joselito: estocada (ovación y saludos); pinchazo y estocada (ovación y saludos). Jesulín de Ubrique: estocada desprendida y descabello (oreja); estocada caída (aplausos). David Vilariño: bajonazo chalequero (palmas); estocada (oreja). Plaza de la Malagueta, 16 de agosto. 12ª corrida de abono. Tres cuartos de entrada.
Salió el primero bis con un cuarto de arrancada o tal vez menos, sólo lo podían picotear sacando los caballos por fuera en un accidentado carrusel. Fue condenado a banderillas negras, de las que quedaron arriba nada más que dos. Allá se fue el buen Joselito con su melancolía y su cara dolorida y lo persiguió hasta toriles. De vez en cuando, una tanda que aprovechaba la oleada, alguna de naturales con las debidas precauciones y muletazos sueltos. El cuarto, bien puesto de pitones, llevaba peligro por el derecho desde un principio, según avisó al quitar Joselito por chicuelinas. Además, iba con un no sé qué a su aire, como si con él no fuera; el matador le planteó la faena por la izquierda y hubo naturales de todos los tipos, algunos buenos, otros tropezados, a distancia variada.
A David Vilariño le tocó, en tercer lugar, un cojo patiabierto con el que nos demostró desconocer la ventaja y la calidad de lo breve. Abrió la faena del sexto, el más potable, por bajo, de forma torera y siguió bien por la derecha, cobrando después unos naturales diversos en temple y calidad y trincherillas vistosas. La faena fue a menos y se disolvió como un azucarillo.
Lo del palco no se entiende: por la mañana hicieron desfilar toda una retahíla de toros de diverso pelaje y condición. Lo que dejaron fue nefasto, no ya por lo manso, que es imposible de saber, sino por los esmirriados, blandos y cojos. El criterio debe ser unificado, pero antes debe haber criterio, artículo que parece venderse muy caro.
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