Woods y García ya están en su sitio

Woods está deprimido. No le salen las cuentas. Las suyas. Esas que empiezan y acaban sumando. Sumando torneos del Grand Slam. Uno detrás de otro, hasta siete -cuatro de ellos consecutivos el año pasado-. Pero el Tigre regresa hoy a su torneo favorito, el de la PGA, eso sí, con las orejas gachas y arrastrando penosamente la bolsa de palos tras pasar inadvertido en el US Open y el Abierto Británico. Dicen que Woods ya resucitó aquí, en Georgia, en el torneo de Golfistas profesionales en 1999, cuando arrastraba una racha de dos años ayuno de victorias. Y dicen bien, porque desde entonces ha ganado las dos últimas ediciones del campeonato. Dicen que los greenes blandos y las lánguidas laderas verdes del Athletic club se diseñaron para que la bola del tigre se deslizase poco a poco hasta el triunfo. Dicen, y esto lo dice el surafricano retief Goosen, vencedor en junio del US Open, que 'el campo está realmente perfecto para que Woods gane esta semana'. De Sergio García, sin embargo, nadie dice nada. Pero fue aquí, en 1999, donde empezó la historia del sucesor de Severiano Ballesteros como alquimista del golf. Aquí preparó el Niño por primera vez la mezcla de genio y seguridad en si mismo que se tradujo en un golpe prodigioso desde las raíces de un grueso tronco de árbol. Aquí presionó el joven de castellón a Woods hasta el último golpe del último hoyo y se presentó al mundo del golf como el europeo mejor dotado para batir al estadounidense.

En el Highlands Athletic club de Duluth (Georgia) entre las cascadas de agua, los frondosos pinos y los lagos articiales, se volverán a ver los cien mejores jugadores del mundo. Estará Duval, el vencedor en Lytham el mes pasado del Abierto Británico. Y Goosen. Y Ernie Els. Y Sigh. Y Mickelson. Estarán todos y, seguramente, como casi siempre, la victoria se la llevará un jugador del circuito americano. Como casi siempre. Es su torneo y lo demuestran año a año dejando otra muesca más en su coto privado.

Olazábal y Jiménez tienen ante si una tarea muy complicada. Sobre todo Olazábal, 19º en la clasificación europea, que tiene que completar una semana extraordinaria para entrar entre los diez primeros en la Órden del Mérito europea y poder jugar la Ryder Cup. Jiménez es el 11º. Lo tiene algo más sencillo. ¿Y el Niño? El Niño va a jugar el desafío entre estadounidenses y europeos pase lo que pase. Así lo quiere Sam Torrance, el capitán del equipo europeo, que ya lo ha dejado entrever en sus declaraciones durante la semana pasada.

Y es que el Niño, es el Niño.