Cogida grave de El Juli
El Juli viene a cambiarlo todo, casi es mágico, única explicación que se me ocurre para lo del tercer toro: una revolución en juliana sin más valor declarado que la persona del líder; si nos atenemos a lo ocurrido en el ruedo, no había razón para tanto ruido: variedad con el capote y las banderillas que precedieron a unas docenas de pases en línea, ligados algunos derechazos y desligados y hacia afuera los naturales. Efecto de magia, puesto que el público casi aulló los olés de tan sentidos.
En el sexto cambió la decoración: El Juli, escocido con el triunfo de Finito, se la jugó de veras, instrumentando los mejores lances a la verónica de la tarde, con los pies atornillados. Se dejó el toro sin picar y lo aguantó en banderillas; empezó la faena de muleta de rodillas y en esa postura fue alcanzado por la res, que le propinó una gran paliza. Se levantó El Juli con la pantorrilla izquierda cada vez más ensangrentada, a pesar del torniquete que se le practicó, y siguió toreando según perdía el color. Remató de un volapié y se fue andando a la enfermería. Los toros hieren de veras y los toreros también responden de verdad, evocando cuadros de sabor añejo que entroncan con lo más emocionante de la fiesta.
Torero / Joselito, Finito, Juli
Toros de El Torero, tres faltos de trapío. José Miguel Arroyo, Joselito: estocada desprendida (ovación y saludos); estocada en el rincón (palmas). Finito de Córdoba: pinchazo, estocada atravesada, descabello (ovación); estocada desprendida (dos orejas). El Juli: pinchazo hondo, descabello (oreja); estocada (oreja, que recoge la cuadrilla). Enfermería: El Juli fue atendido de una cornada en la pierna izquierda. La Malagueta, 13 de agosto. Lleno.
Don José Arroyo, en cambio, se dedicó a cuidar un magnífico ejemplar de mírame y no me toques, como un jarrón chino. ¡Qué bien lo cuidó! ¡Qué gusto, qué manos las suyas! La faena fue por tropezones desligados propinados desde lejos, todo con inmaculada elegancia, suavidad y maneras, que don José tiene muy buen gusto. Otro día, igual torea; pero eso, otro día, porque le volvió a tocar otro jarrón chino en suerte, que toda la cuadrilla mimó por si se caía.
Lo de Finito de Córdoba es diferente. Casi se inhibió en el segundo y triunfó rotundamente en el quinto. Tumbado sobre la izquierda, se quitó al toro de cerca en una imitación de naturales que gustó muchísimo. El acabóse fueron los ayudados por bajo que pusieron fin a una faena en la que vació los engaños, destoreó lo que quiso y alcanzó las más altas cotas de la nada, premiada con dos orejas de un animal que pasó por toro y nunca debía haber pasado.
Suerte que, a veces, puede parecer que fuera de programa lo auténtico se aparece en las plazas de toros y no se debe creer nunca que está totalmente fuera porque el carácter de los toreros, aunque parezca lo contrario, puede reverdecer cada generación.
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