Las voces de un pueblo
'La Vespra' abre el Misteri d'Elx, la manifestación de una lengua y una cultura patrimonios de la Humanidad
La ciudad de Elche vive, cada agosto, la emoción del reencuentro con la palabra perdurable, la voz antigua de la tierra, el sagrado canto de la Festa d'Elx. La dramatización, en dos actos y jornadas, de la muerte -La Vespra, que hoy se celebra- y la asunción y coronación de la Virgen -La Festa, mañana- ensalza una lengua proscrita, renueva la cultura y afirma la personalidad propia del País Valenciano. La Festa es la única pieza del teatro religioso puesta en escena, desde el siglo XV, en el interior de un templo, ininterrumpidamente, de acuerdo con un voto de las autoridades ilicitanas de 1609, al constatar que la no escenificación de su Festa implicaba un castigo divino en forma de granizadas.
La popularidad, y su dependencia del poder civil, vencieron las represiones inquisitoriales, la prohibición del Concilio de Trento del teatro litúrgico, las sucesivas amonestaciones del obispado de Orihuela, tratando de suprimirla, como en 1632, ya que 'estaban tan mezclados los hombres con las mujeres, que de dicha apretura todos los años se seguían mil deshonestidades y desvergüenzas' y la persecución del valenciano, a partir de 1707. El ser 'una de las fiestas populares de la más alta prosapia artística que existen en el mundo' llevó a la II República a declararlo Monumento Nacional en 1931 y a la Unesco, setenta años después, a distinguirlo como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.
El germen se ha querido buscar en el mar. Una fabulosa leyenda, si no inventada, potenciada en el siglo XIX, asegura que una barca, sin velas ni timonel, trajo, al amanecer, hasta la playa la imagen de la Virgen y el libreto de su misterio, el Consueta. En parecidas arcas-nave se guardaron el saber, la semilla de la vida y de las civilizaciones y se pasearon Noé, Isis, Osiris, el gallego Santiago, el ampurdanés Sant Pere de Roda, Ulises, Lázaro, la Magdalena, Marta y hasta José de Arimatea.
El origen de la Festa d'Elx es la colonización de lo que fue Xarq al-Andalus, a manos del rey Jaume I, que unió el nacimiento del pueblo valenciano al culto asuncionista, al consagrar las mezquitas como iglesias de Santa María. En aquella Europa del siglo XIII floreció la Dormición mariana como emblema de los cambios, que eclipsaron al mundo feudal para dar paso a la burguesía y unas formas más democráticas de gobernar.
En ese contexto adoptó la Iglesia el teatro, antes anatemizado por pagano, para catequizar mejor y nacieron los dramas asuncionistas, inspirados en los evangelios apócrifos y la Leyenda Áurea del genovés Varazze, de los que bebe el Misteri d'Elx: un exponente vivo de la literatura universal, síntesis de la historia de la música al armonizar el llano gregoriano con las polifonías renacentistas y barrocas y una manifestación de una lengua y cultura tantos años marginadas, pero reconocidas como patrimonio de la Humanidad.
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