Récords 'eternos' en longitud
Cuando hablamos de pruebas consolidadas en el tiempo y con poca ingerencia tecnológica para su ejecución es frecuente encontrar en la evolución de los récords mundiales largos periodos de vigencia.
En la especialidad del salto de longitud, desde que el legendario Jesse Owens batiera el récord del mundo con 8,13 metros en 1935 hasta la actualidad solamente cuatro atletas más han tenido ese privilegio: Ralph Boston, Igor Ter-Ovanessian, Bob Beamon y Mike Powell, que posee la actual mejor marca: 8,95 metros. Destaca en esta lista la ausencia de Carl Lewis, quien, pese a ello, ha sido sin lugar a dudas el mejor saltador de la historia.
Pero el caso más curioso puede que sea el de Peter O'Connor, propietario del record irlandés desde 1902 hasta que le fuera arrebatado en Salamanca en 1992; o el de Lynn Davis, campeón olímpico en Tokio 64, que conserva el récord británico desde 1968 con una marca de 8,23 metros. En definitiva, los récords en el atletismo son 'muy caros'.
Actualmente estamos en la era Pedroso. Sus duelos con Yago Lamela y Jai Taurima son de lo más emocionante de los últimos años. Pedroso se ha convertido en un especialista a la hora de resolver situaciones difíciles. Sus oros han sido conseguidos en el último intento. Esta temporada parece querer añadir algo más de emoción a la cosa. Llega a la final de Edmonton sin estar entre los diez primeros del ránking mundial del año y no ha causado buena impresión en las competiciones al aire libre, incluida la calificación del pasado jueves. Por increíble que parezca, le cuesta sobrepasar los ocho metros. No obstante, nos consta que jamás ha estado tan bién físicamente. Ha mejorado todos sus tests de fuerza, velocidad y capacidad de salto. Cada una de las piezas del rompecabezas está en perfecto estado, pero no encuentra el modo de encajarlas. De cualquier forma, esta noche entrará a la pista con los galones de jefe que tan a pulso se ha ganado. Pedroso confiará en lo que es, un maestro a la hora de modelar su estado de ánimo ante la presión.
Estos campeonatos se están caracterizando por la derrota de algunos invencibles. Los rivales le ven tocado y eso les da alas, nunca mejor dicho, para llegar más lejos. Pese a las ausencias de Lamela y Taurima, en esta final hay saltadores muy cualificados: Bekford (8,62 metros), Streete-Thompson (8,63), sin olvidarnos del jóven ucranio Hevych y el norteamericano Fellow. Un buen reparto.
Si resumimos al máximo la ejecución técnica de un salto de longitud, deberíamos observar cómo el atleta va almacenando en cada zancada la mayor cantidad de energía posible. Una energia que, al final de la carrera, liberará en la batida. Ésta deberá realizarse con la mayor precisión posible, evitando el nulo. En Edmonton un artilugio nos ofrece la posibilidad de conocer los centímetros que los saltadores pierden al no ajustar en la tablilla el lugar del despegue.
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