Recuerdos del mar
El veraneo que antes era un lujo, hoy se ha convertido en una necesidad; es imprescindible reponer fuerzas físicas y mentales para sobrevivir el resto del año.Todos tenemos los recuerdos de los lugares donde lo pasamos mejor que bien, y yo por mi profesión y mi propia vida, he conocido bastantes lugares de Europa y América. Siendo todos sitios maravillosos, recuerdos con añoranza las playas mexicanas de Acapulco, Huatulco, Cancún y también muchas del litoral de nuestro país.
Pero si tuviese que quedarme con alguna en especial, me decantaría por la costa de Almería, por el tramo que se extiende desde Vera hasta Aguamarga, pasando por Mojácar y Carboneras. En esos lugares aún es posible encontrar playas de postal, atractivas y limpias que, además, tienen el encanto, para algunos, de no haber sido aún castigadas en exceso por la masificación de los veraneantes que se concentran puntualmente en estas costas durante los meses de julio y agosto.
Mención aparte merece Mojácar, un lugar que recomiendo. Ese pequeño y blanco pueblecito, con sus playas, está muy ligado a recuerdos entrañables. Era, y sigue siendo, perfecto para que los amantes de la naturaleza puedan fotografiarlo durante el día. Las aguas de sus costas, punto de encuentro de lugareños y foráneos, son de las mejores para quienes pretenden garantizarse un buen día de playa.
Recuerdo las noches costeras de Mojácar como el lugar soñado por aquellos que gozan de un espíritu joven, y recuerdo, con el mar siempre presente, el sonido del reloj de la iglesia, marcando las horas con música melódica durante todo el año. Y recuerdo también cómo en las playas se vienen reuniendo desde tiempos antiguos, en los que el paisaje era muy distinto, las gentes de Mojácar, gentes tan cálidas como el clima y el agua del Mediterráneo que baña al municipio.
Hace ya un tiempo que vivo en Huércal de Almería, a cinco minutos de la playa de la capital, allí tengo todo lo que puedo desear y necesitar. Pero siempre sigo teniendo presente esa bella playa mojaquera. Con los años, el recuerdo y la nostalgia la combato caminando frente al mar todas las noches que tengo oportunidad. Percibo el olor del agua salada, contemplo las estrellas y, al llegar a casa, me acuesto feliz, ¿se puede pedir algo más?
Eduardo Fajardo es actor y nació en Pontevedra en 1924.
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