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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

LA MÚSICA DE BARENBOIM TIENDE PUENTES ENTRE ISRAELÍES Y ÁRABES

El director de orquesta sigue empeñado en combatir 'la ignorancia' entre los pueblos. Por eso, ha reunido en Chicagoa 73 jóvenes músicos de Oriente Próximo. El pianista quiere llevar este proyecto a Sevilla en 2002

Daniel Barenboim, judío argentino de nacionalidad israelí, tiene a la música por instrumento ideal para tender puentes entre posiciones irreconciliables. Hace un mes sacudió a Israel con la interpretación de Wagner, el antisemita admirado por Hitler cuyas notas sonaban en los campos de concentración, y ahora ha unido en Chicago a 73 jóvenes, judíos, árabes y palestinos en un curso de tres semanas y dos conciertos para combatir la ignorancia y la desconfianza mutuas. Barenboim quisiera llevar el próximo verano este proyecto de trabajo conjunto árabe-israelí a Sevilla.

'Veo y siento la enorme ignorancia de ambos lados. Es estremecedor. Ésa será la barrera más difícil de superar si algún día llega a haber paz. Mucho más difícil que dejar de dispararse', aseguró Barenboim la semana pasada poco antes de dirigir sobre el escenario de Orchestra Hall, en Chicago, al Taller West-Eastern Divan, un proyecto suyo concebido para acercar a árabes y palestinos a través de la música. El plan toma su nombre del diálogo imaginario creado por Goethe con el poeta persa del siglo XIV Hafiz y nació hace tres años en Weimar, donde tuvo sus dos primeras ediciones antes de llegar este verano a Chicago. 'Es revolucionario cuando te das cuenta de que muchos de estos chicos es la primera vez que pueden pensar en hacer algo positivo juntos'.

Los 73 músicos, con edades comprendidas entre los 15 y los 25 años, debían ser casi un centenar, pero a última hora El Cairo no autorizó la participación de 23 egipcios seleccionados. No hubo explicación al veto, en un ensangrentado Oriente Próximo que no está para cortesías. 'Tras 52 años de conflicto abierto, es imperativo que quienes están en posición de crear contactos entre las distintas partes lo hagan, para que estemos preparados el día que se alcance un acuerdo político', dice Barenboim.

Israelíes, palestinos, jordanos y libaneses han convivido tres semanas en Chicago, algunos sin querer que trascendiera su identidad por temor a represalias cuando volvieran a sus países. Barenboim colocó a árabes e israelíes por parejas en la orquesta, cuyos dos primeros concertistas eran una israelí, Carmel Raz, reservista en el ejército de su país, y el libanés Claude Chaloub, veteranos de las tres ediciones del taller de Barenboim.

El estudiar y practicar música al máximo nivel, con agotadoras jornadas de ensayos para ensamblar un conjunto de artistas que no se conocían, es la vertiente técnica del más ambicioso plan político. 'Es magnífico poder trabajar juntos sin estar reprochándose todo el rato de quién es la tierra que cada uno ocupa', decía un israelí. Otro israelí comentó cómo al principio había recelo y cómo se fue disolviendo con el paso del tiempo. Algunos participantes prefirieron no hablar de política para centrarse en Mozart, Strauss o Beethoven.

El curso culminó con un concierto de cámara en la Universidad de Nortwestern en el que, entre otros conjuntos, un sexteto formado por reservistas árabes e israelíes tocó Poulenc y el magno concierto en Orchestra Hall con la Heroica de Beethoven, el concierto para tres pianos de Mozart, interpretado por el palestino Saleem Abboud-Askkar y el israelí Shai Wosner, dirigidos desde el teclado por Barenboim, a los que se añadió como propina la obertura de El barbero de Sevilla, de Rossini, quizá un guiño para el próximo verano.

Barenboim dice que todavía no hay nada concreto sobre el 2002 en Sevilla. Mientras se arreglan papeles, el músico sigue pensando en tender puentes: 'Mientras haya un estudiante israelí y un árabe que quieran hacerlo, lo seguiré haciendo'.

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