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Reportaje:LA PLAYA | Salobreña y José Martín Recuerda

Toda la magia del sur

Toda la belleza y magia del mar, de la costa y de la montaña de esta bendita tierra granadina, se me rebeló, indescriptible, cuando en el verano de 1960, después de pasar por Motril y su vecina Torrenueva, emprendí viaje al cercano pueblo de Salobreña: un pueblo blanco que, en maravilloso laberinto, asciende por una colina rocosa, en una teoría de blancos escalonados y coronado por un hermoso castillo árabe; un pueblo rodeado de una vega feraz, con el verde, casi perenne, de la caña de azúcar, en donde se dibujan una serie de caminos polvorientos acotados por cañas secas; un pueblo que al norte se mira en Sierra Nevada, y al sur, en el mar; un pueblo que venía a ser el escenario soñado del mundo dramático que bullía en mi interior en aquel verano.

Llegué a la calle Cristo -entonces calle principal que bordeaba y daba entrada al pueblo-, donde estaba, y está, una magnífica pensión llamada San José; pensión que, en la antigüedad, debió ser hermosa posada. Y allí encontré el acomodo y el clímax propicio para dar forma definitiva y terminar de escribir una de mis obras más queridas: Como las secas cañas del camino.

Cuánto he de agradecer el cariño y la bondad con el que un grupo de jóvenes inquietos, sensibles y con infinitas ansias culturales me acogieron y ayudaron aquel verano. ¿Y cómo podría jamás pagar toda la amistad y ayuda que Adriana y su marido, Antonio El Azules, siempre me dieron, desde que, por entonces, los conociera en su primer chambao de la playa de El Peñón? ¿Y cómo no recordar siempre que paso por el camino -o lo que queda de él- que va desde la Cuesta de Antequera hasta la playa de La Guardia, aquel chambao de Paco Ayala; aquel chambao al que Julita Torres (protagonista de mi obra) acudía a ver bailar a los jóvenes marengos y soñar con la vida...?

¿Y cómo no volver a un pueblo en el que siempre he sentido el cariño de sus gentes; un cariño que sus autoridades han materializado concediendo a mi persona y a mi obra distinciones y honores con generosidad abrumadora? Hoy vivo donde, desde aquel verano de 1960, siempre deseé vivir: en Salobreña.

José Martín Recuerda es escritor y nació en Granada en 1922.

La playa de Salobreña en los años sesenta.
La playa de Salobreña en los años sesenta.

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