Diseñados para correr
Primo Nebiolo, el fallecido presidente de la IAAF, también quiso batir récords. Logró que los paises afiliados superaran en número a la mismísima ONU. En Edmonton hay representados 200 países. Salvo raras excepciones, suele haber una relación bastante estrecha entre lo sofisticado de la especialidad y la procedencia de los participantes en función del nivel de riqueza de su país. Así, resulta casi inimaginable ver un pertigista de Burkina Faso o un lanzador de peso etíope. Si bien, contemplando el atletismo en su totalidad, las riquezas en honores quedan compartidas.
Los países africanos dominan los sectores de medio fondo y fondo de forma apabullante, salvo algunas incursiones de mayor o menor nivel como es el caso de España (probablemente el mejor país europeo en la especialidad). Hoy se disputan dos finales de fondo masculinas. En el ranking mundial de los 10 kilómetros del presente año, Kenia tiene cinco representantes entre los diez primeros y Etiopía, dos. En 3.000 obstáculos, Kenia incrementa, con diez atletas entre los veinte primeros, su hegemonía, mientras que España, Marruecos y Francia aportan a la prueba tres representantes cada una.
El rotundo dominio de Kenia (50% de la élite mundial) es consecuencia de varios factores. Por un lado el hábitat y una cultura nómada mediante la cual se han habituado, de generación en generación, a recorrer distancias kilométricas en pro de su subsistencia. Todo ello les dota de unas capacidades fisiológicas excepcionales. Por otro lado, su tipología parece especialmente diseñada para correr. Son altos, ligeros, de poca masa muscular (consumidora de sustancias energéticas), poseedores de largos y poderosos tendones (no consumidores), características todas ellas que, combinadas, dan lugar a una maravillosa eficiencia mecánica. Son, en definitiva, el prototipo ideal para correr rápido gastando poca energía y alargar así el tiempo de trabajo.
El 3.000 obstáculos es el cross-country llevado a la pista. Los obstáculos y la ría simulan las dificultades que se pueden encontrar corriendo en la naturaleza. Por eso, tiene tanta aceptación en Kenia. Les gusta correr cambiando de ritmo según las sensaciones de fatiga que tengan sin someterse a la esclavitud del crono o los tiempos de paso. Digamos que la prueba les divierte.
La grada se convierte en el reflejo de la competencia entre etíopes y keniatas, ambas aficiones rivalizan creando un vistoso espectáculo folclórico. Los keniatas reprochan a los etíopes que nunca dan la cara, que no tiran, la respuesta es una sonrisa de complicidad, sobre todo cuando está en la pista el infalible Gebreselassie. La noche se presenta entretenida y para identificarnos tenemos españoles (muy buenos) en las finales.
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