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Reportaje:Campeonatos del Mundo de Edmonton | ATLETISMO

El día en que perdió Marion Jones

La ucrania Pintusevich aplica a la estadounidense la primera derrota en los 100 metros desde septiembre de 1997

Santiago Segurola

La derrota de Marion Jones en la final de 100 metros ha abierto turno de preguntas sobre las razones del fracaso y sus consecuencias. La atleta estadounidense reaccionó con elegancia y dio todo el mérito a la ucrania Zhanna Pintusevich-Block, velocista de prestigio pero sin tirón popular. Tampoco es una superclase. Desde hace cuatro años se mueve en los márgenes que van de los 10,85 segundos a los 11 segundos, tiempos que en ningún caso amenazaban a la mejor Jones. Pero esta temporada se ha visto a una Jones demasiado humana, con carencias que la llevaron a la final en condiciones precarias.

Pintusevich, que venció en la final con 10,82s, terminó en las semifinales con la racha de 55 victorias consecutivas de la estadounidense, que casi no recordaba el momento de su última derrota. Fue el 6 de septiembre de 1997, en la última carrera de la temporada, frente a la jamaicana Merlene Ottey. Jones contaba por entonces 21 años y acababa de ganar su primer campeonato del mundo, precisamente ante Pintusevich. En estas cinco temporadas, Marion ha disputado 77 carreras de 100 metros y ha perdido cuatro. Dos de ellas ayer.

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'No se me va a caer el mundo por este resultado', comentó la norteamericana, que no ofreció demasiadas explicaciones. Se limitó a decir que en las semifinales se había encontrado sin gas, 'muy plana', pero que se sintió mucho mejor en la final: 'He corrido con más energía. El problema ha estado en la fase central de la carrera, donde no he reaccionado bien'. Los comentarios de Jones no sirvieron para explicar las verdaderas razones de la mediocre temporada, la peor desde su impetuosa llegada al circo de los velocistas.

Por supuesto hay elementos de distracción, comenzando por su imprevisto divorcio del ex lanzador de peso C.J. Hunter, figura que había actuado de forma autoritaria sobre ella. Marion, hija de una secretaria originaria de Belize, apenas conoce a su padre, que abandonó muy pronto el hogar. Desde entonces casi siempre ha estado vinculada sentimental o profesionalmente a hombres de bastante más edad que ella, de carácter fuerte. Su relación con C. J. Hunter, un divorciado con dos hijos, comenzó cuando Jones contaba 18 años. Aunque no se han desvelado la naturaleza de los problemas que han desembocado en la ruptura, fue significativo el mal trago que pasó Marion en Sydney, cuando apareció públicamente en mitad de los Juegos para defender el honor de Hunter, suspendido por consumo de anabolizantes. Pocos meses después ha llegado la petición de divorcio.

A las cuestiones personales, la atleta ha añadido una fatiga por la competición. Entre 1997 y el pasado año, cubrió casi todos los grandes objetivos. Ganó Mundiales, fue la reina de las pistas y conquistó cinco medallas en los Juegos, la mayor cifra obtenida por una atleta en la historia olímpica. Como tantos otros campeones, Marion Jones se ha referido a la dificultad de ponerse a punto tras las grandes exigencias de los Juegos. La ausencia de rivales competentes ha añadido un lastre a su motivación. Sin Inger Miller, ni Christine Arron, Jones sólo ha encontrado la oposición de Pintusevich y de Chandra Sturrup, la atleta de Bahamas que le sirve como sparring en los entrenamientos del equipo de Trevor Graham en Raleigh (Carolina del Norte). El panorama no le parecía muy excitante.

Durante la temporada no sólo corrió lejos de sus marcas habituales, sino que se dispersó en otras tareas. Ha comentado partidos para la WNBA, la Liga profesional de baloncesto, y en algunos corrillos se habla de su regreso a las canchas. Cuando militaba en el equipo de la Universidad de Carolina del Norte, fue campeona de Estados Unidos. Su presencia en la WNBA sería la mejor propaganda para una Liga que todavía tiene un carácter embrionario. Si la derrota de ayer tiene alguna influencia en un posible retorno al baloncesto, se verá en las próximas semanas.

En el puro aspecto técnico, los descuidos de Marion Jones han sido flagrantes este año. Por razones desconocidas ha insistido en una técnica de salida diferente, más parecida a la de Ben Johnson. Los resultados han sido malo. Por su terquedad en mejorar la puesta en acción ha perdido potencia y equilibrio en la fase de aceleración hasta los 50 metros.

Quizá por eso hablaba de sus problemas en la mitad de la carrera, sin precisar que las carreras son una cadena de factores que se enlazan desde el principio. Y fue precisamente en el arranque donde no construyó la aceleración posterior frente a Pintusevich, que se limitó a pulir un poco más lo que hace habitualmente. Hasta ahora su mejor marca era 10,85s. En Edmonton mejoró tres centésimas. Para esta atleta ucrania, de origen judío, casada con un entrenador de la Universidad estadounidense de Clemson, la victoria tiene más valor que el título mundial. Desde ahora será conocida como algo parecido a la mujer que mató a Liberty Valance.

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