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Pintusevich tumba a Marion Jones

La estadounidense confirma todas las señales de crisis que ha emitido en la temporada y pierde la final de los 100 metros

Santiago Segurola

En aquella ocasión, Jones emergió en los últimos metros para conseguir una victoria que Pintusevich creía suya: levantó los brazos, reclamó la atención de los fotógrafos y comenzó una vuelta a la pista que se interrumpió cuando el marcador dio como ganadora a la estadounidense. Aquel año, Jones abrió una racha de triunfos ininterrumpidos que se quebró ayer. Pintusévich -10,82 segundos- dio por fin su aplazada vuelta a la pista, tras una carrera que confirmó el deficiente estado de Marion Jones.

El resultado final fue coherente: Pintusevich estuvo en sus mejores tiempos, ni mejor ni peor, como en Atenas. Por lo tanto se puede decir que la carrera la perdió Jones, muy lejos de las marcas que le hacían inalcanzable. En Sevilla ganó con 10,70 segundos. En Edmonton fue segunda con 10,85s, registro de medio pelo para una atleta que ha entrado en una regresión espectacular. Ha vivido esta temporada en una crisis permanente. En la primavera anunció su divorcio de C.J. Hunter, después de las tormentosas jornadas que vivieron en Sydney cuando él fue suspendido por dopaje. A ese dato, Marion Jones ha añadido una preucupante falta de apetito por la competición, como si estuviera saturada por los excesos de los Juegos Olímpicos. La aparente falta de rivales tampoco ha contribuido a verla en su mejor versión. Hace poco comenzó su carrera como comentarista de la WNBA, la Liga profesional de baloncesto de Estados Unidos. Todos los indicios señalaban a una atleta despistada, sin el fuego necesario para asumir los mismos desafíos que antes.

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A todos los problemas anteriores, Jones ha agregado uno muy relevante de carácter técnico. Su salida es deplorable. Por razones que todavía no ha explicado, ha cambiado la técnica, ahora más parecida a la de Ben Johnson. Arranca con un bote y enseguida se levanta hasta quedar erguida, en lugar de mantener el tronco inclinado hacia adelante durante los 25 primeros metros. Así salía Marion y así arranca Mo Greene, como si empujaran un coche imaginario. Pero la estadounidense ha preferido imitar la técnica de Johnson, con las dificultades que eso le genera. Johnson era una bola nuclear que era capaz de desarrollar una energía descomunal en las primeras zancadas. La morfología de Jones es muy diferente: más alta, menos musculada, con una potencia muy inferior. No está en condiciones de imitarle. No importa tanto la reacción en los tacos como su incapacidad para desarrollar la fase de aceleración. Sus 20 primeros metros son desastrosos, y sólo su calidad natural le permiten ganar una buena punta de velocidad en el tramo final. Pero en cualquier caso eso significa que ha bajado dos escalones: no es imbatible, ni está amenazada. Simplemente pierde frente a buenas velocistas.

Lo peor para Jones es que ha sido derrotada en un paisaje bastante pobre. Inger Miller no corre desde hace tiempo, lo mismo que la francesa Arron. Sólo quedan Pintusevich y la griega Thanou, una bomba de carne que sólo aparece en las grandes competiciones. Hasta ese momento permanece escondida en Grecia, país que ha servido de refugio a algunos de los técnicos de la antigua RDA. En los últimos años, los griegos han producido un extraño número de velocistas de talla mundial, uno de ellos, Konstantinos Kenteris, campeón olímpico de 200 metros.

Algo de lo que sucedería en la final se anunció en las semifinales. Pintusevich derrotó a Jones, que se retiró con gesto serio. Por primera vez en mucho tiempo se sentía vulnerable. Su calidad no bastaba para contrarrestar las alarmantes señales que había evidenciado en las últimas semanas. La final sólo sirvió para repetir el fiasco. Marion cedió una distancia insalvable en la salida, con problemas de reacción en los primeros pasos. En la fase que construye la aceleración, no construyó nada. Sólo en los últimos 30 metros dio algún señal de vitalidad, pero siempre lejos de la apabullante atleta que ha dominado la velocidad durante los últimos cuatro años. Pintusevich no estaba dispuesta a ceder en el momento de su vida. Aguantó el tirón y ganó. Marion Jones se acercó a saludarla con una elegancia apreciada por el público, que supo reconocer el gesto de una atleta espléndida en las victorias y en la derrota.

Zhanna Pintusevich levanta los brazos al cruzar la línea de meta por delante de Marion Jones.
Zhanna Pintusevich levanta los brazos al cruzar la línea de meta por delante de Marion Jones.AP

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