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Reportaje:

El carné del cambio

El PSOE renuncia 'a la abolición de las clases sociales' y convierte a los militantes morosos en simpatizantes

Anabel Díez

El cambio tranquilo de José Luis Rodríguez Zapatero llega también al partido, a sus leyendas, a sus escritos. El respeto al pasado que tanto reivindica el líder socialista no impide que se modernicen sus aspiraciones y éstas ya no se dirigen a la 'posesión del poder político por la clase trabajadora' ni a la 'abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores'. Estos y otros deseos del mismo tronco ideológico figuran en el carné que los militantes socialistas llevan en el bolsillo o guardan en el cajón de su casa, pero sólo hasta octubre. En otoño, los afiliados recibirán otro carné despojado de estas proclamas que acompañan al PSOE desde su fundación, hace 123 años, que serán sustituidas por otras más acordes con la socialdemocracia y sus objetivos de 'libertad, igualdad y solidaridad'.

El nuevo texto hará referencia a la 'vieja trilogía socialista' de libertad, igualdad y solidaridad

El PSOE de Zapatero no quiere inventar 'un nuevo socialismo', sino afirmar que su pretensión, tras años de gobiernos del PP, es que en España llegue 'de nuevo el socialismo'. Esto lo anunció hace dos semanas en la Conferencia Política para indicar que los cambios no suponían renuncias a nada esencial, sino 'innovación' y adaptación al siglo XXI. Zapatero dijo que habrá un nuevo carné que todos los militantes inaugurarán en otoño. De esa tarjeta de identidad socialista desaparecerá la larga proclama que ha acompañado siempre a sus afiliados.

'El partido socialista declara que tiene por aspiración la posesión del poder político por la clase trabajadora', dice la primera declaración de principios del todavía carné del PSOE. En segundo lugar aspira a la 'transformación de la propiedad individual o corporativa de los instrumentos de trabajo en propiedad colectiva, social o común'. Explica que entiende por instrumentos de trabajo 'la tierra, las minas, los transportes, las fábricas, las máquinas y el capital-moneda'. La tercera aspiración se orienta hacia 'la organización de la sociedad sobre la base de la federación económica, el usufructo de los instrumentos de trabajo por las colectividades obreras, garantizando a todos sus miembros el producto total de su trabajo y la enseñanza general científica y especial de cada profesión a los individuos de uno u otro sexo'.

La cuarta y última 'aspiración' es la de 'la satisfacción por la sociedad de las necesidades de los impedidos por edad o por padecimiento'. El texto termina con 'el ideal del Partido Socialista Obrero es la completa emancipación de la clase trabajadora, es decir, la abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores, dueños del fruto de sus trabajo, libres, iguales, honrados e inteligentes'.

El contenido alternativo a este texto se estudiará en septiembre, aunque se anticipa que será 'mucho más corto', seguramente una frase, en la que se hará referencia a la 'vieja trilogía socialista' de 'libertad, igualdad y solidaridad', heredera de la 'gran Revolución' francesa.

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Pero, además de este paso testimonial, hay otros de mucho más calado, como es la 'regularización' del censo de militantes, en palabras oficiales, y 'limpieza' del mismo, en el lenguaje interno. Que el censo del PSOE está hinchado es una evidencia que nadie pone en duda, pero su depuración no asusta a la nueva dirección al considerar que las altas del último año auguran buenos tiempos. El secretario de organización del PSOE, José Blanco, se ha puesto como objetivo la afiliación de 100.000 personas para antes de 2003.

Los militantes tendrán que dar un número de cuenta corriente para la cuota mensual. Esta novedad va unida a que será la dirección federal la que controle el censo y no las federaciones.

Este proceso está en marcha y los militantes están cumplimentando las fichas nuevas. En este momento, el PSOE no puede hacer el perfil social y profesional de sus militantes porque sus datos no se renuevan desde hace años. Quienes no rellenen la nueva ficha y, sobre todo, los que no domicilien la cuota -el mínimo está en 500 pesetas- pasarán automáticamente a la categoría de 'simpatizantes' e inaugurarán el censo de esa nueva situación que el PSOE acordó en su Conferencia Política, con objeciones no disimuladas por muchos cuadros medios socialistas. Estas resistencias soterradas se tradujeron en que, de momento, los simpatizantes tienen derechos limitados. 'Las personas que figuren en el censo de simpatizantes podrán participar en las sesiones informativas, procesos de debates internos, elaboración de programas electorales y elecciones internas que se realicen por el procedimiento de primarias con el alcance y efectos que se determinen reglamentariamente'. Esto último, el voto para la elección de cargos de poder, queda pendiente de regulación. El punto siguiente se refiere al voto de los simpatizantes en el proceso de primarias para elección de candidatos a alcaldes. 'Tendrá carácter consultivo'. Esta limitación de la participación de los simpatizantes en los asuntos de familia, fruto de la presión de las federaciones para que así fuera, pone de manifiesto el poder que todavía tiene la liturgia en este partido centenario. El líder extremeño, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, fue muy gráfico al explicar estas limitaciones. 'Yo soy usuario de una entidad bancaria, pero cuando se reúne su consejo de administración no me llaman ni me dejan entrar'.

Un nuevo afiliado besa el carné, en una ceremonia presidida por González, en 1996.
Un nuevo afiliado besa el carné, en una ceremonia presidida por González, en 1996.LUIS MAGÁN

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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