_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

De los tiempos heroicos a los Tours agónicos

Podemos dividir arbitrariamente la historia del Tour en diferentes épocas, de aproximadamente uno o dos decenios cada una. Empecemos por la más reciente: las dos últimas décadas, años ochenta y noventa. La época de los campeones modernos (Hinault, LeMond, Indurain), de los maillots brillantes y las cabras de contrarreloj. Y la de los pedales automáticos, cuyo uso se generaliza en el pelotón a finales de los ochenta. Y también la época de la Fisiología del Deporte y las publicaciones científicas sobre ciclismo, que nos permiten ponerle cifras a la dureza del Tour. En números redondos, el retrato robot del Tour de los últimos 20 años es el siguiente: 100 horas de esfuerzo para el primer clasificado, repartidas en 21 etapas de casi 5 horas cada una. Juntando todas las etapas (montañosas, llanas, y cronos) en una sola, la etapa promedio tendría tres horas y media de esfuerzo asequible, por debajo de 140 latidos cardiacos por minuto (lpm), hora y media de esfuerzo considerable, entre 140 y 170 lpm, y casi media hora de infierno, por encima de 170 lpm. Gracias a los avances en nutrición y entrenamiento, lo que distingue al campeón actual es su capacidad de aguantar durante muchos minutos, los que dura una CRI o la subida a un puerto, cerca del 100% de su máxima capacidad. Así, el Tour moderno quizás sea el más agónico. En intensidad de esfuerzo por etapa, le ponemos un 10 sobre 10. En volumen de esfuerzo, le ponemos por ejemplo un 6 sobre 10. Ahora, retrocedamos en el tiempo.

Más información
GRÁFICO
Zabel roza el sexto 'maillot' verde
La prueba, segundo a segundo
Reflexiones para un día rutinario

1903-1909. Primeros Tours, una maravillosa locura ideada por de Henri Desgrange. Son los tiempos heroicos: los ciclistas se nutren e hidratan en bares y fuentes, se reparan sus propias averías, y las bicicletas pesan casi 20 kilos (las de ahora no pasan de 9).

El Tour promedio de aquellos años tiene 136 horas, repartidas en 11 etapas. Es decir, que cada etapa dura unas 12 horas: llegan a la meta de noche y apenas tienen tiempo para recuperarse de un día para otro. Así que asumamos que el Tour de principios de siglo no es una carrera agónica o superintensa, si no una durísima prueba de eliminación. Con estas premisas, le otorgamos un 5 en intensidad, y un 9 en volumen.

1910-1926 (con la interrupción de la I Guerra Mundial). Tour promedio: la friolera de unas 211 horas, repartidas en 15 etapas de unas 14 horas cada una. Siguen los tiempos heroicos, los de los ciclistas con los tubulares al cuello. Pero con un añadido: el Tour pasa por los Pirineos y los Alpes. Algunos puertos se asfaltan expresamente para recibir al pelotón. Otros, siguen con tierra y piedras. Algunos ciclistas tienen miedo a escaparse solos en los colosos pirenaicos por temor a los osos. Con razón a los ciclistas se les empieza a conocer como 'los forzados de la ruta'. Puntuación en el esfuerzómetro: un 6 en intensidad y un 10 en volumen. De hecho, el Tour del 1926 es el más largo de las historia, con sus 5.745 kilómetros. Y para algunos, el más duro. Por algo se le conoce como 'el Tour del sufrimiento'.

1927-1939 (principio de la II Guerra Mundial). El Tour ya toma un aspecto más actual: dura 22 días (160 horas en total), y la etapa promedio tiene 7 horas. Llegan las anfetaminas, y con ellas la capacidad de agonizar en el esfuerzo. Decía Marcel Bidot, un profesional de la época, que las etapas llanas (de unos 200 kilómetros) eran una contrarreloj de principio a fin. Así que digamos que el Tour se equilibra: disminuye el volumen del esfuerzo (pongámosle un 7) y aumenta la intensidad (otro 7).

1947-1960. Es la época de los legendarios Coppi, Bobet y, por supuesto, Bahamontes, vencedor en el 59. El Tour cada vez se va pareciendo más al de ahora: 135 horas repartidas en 22 etapas, y unas 6 horas por etapa. Pongamos que 6 en volumen y 8 en intensidad.

1961-1979. El Tour se ve por la tele. Son los tiempos de la dictadura de Anquetil y Merckx, dos corredores como los de ahora (de más de 400 vatios de potencia mantenida). En cifras: 123 horas por Tour, a razón de 22 etapas de unas 5 horas y media. Casi como hoy. Como la nutrición deportiva y la ciencia del entrenamiento aún estaban en pañales, pongamos que los corredores todavía no aguantaban tanto al 100%: 5,5 en volumen y 9 en intensidad.

Alejandro Lucía es fisiólogo de la Universidad Europea

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_