Sacristán regresa con un 'thriller' policial

¿Qué hace un sacerdote con alzacuellos y sotana dando el visto bueno a una secuencia que un centenar de figurantes acaba de rodar en plena avenida Diagonal de Barcelona? El hombre con alzacuellos es el director Miquel García Borda, que estos días rueda en la ciudad su segunda película, Fumata blanca, en la que se entrelazan las tramas religiosa y policial con formato de thriller. Y su atuendo se debe a que, además de dirigir, interviene como actor en la película.

Como ya hiciera en su ópera prima, Todo me pasa a mí (2000), este realizador curtido ante la cámara, en los teatros catalanes y en series de televisión autonómicas y nacionales, firma también el guión del filme, en este caso en colaboración con Ulises Bermejo y Enrique Calvo. Dice que le llena esta multiplicidad de funciones, y que dirigir y actuar a la vez, en lugar de suponerle un problema, le ayuda a aligerar tensiones. Fumata blanca está protagonizada por Adrià Collado, José Sacristán, en lo que supone su regreso al cine, Cayetana Guillén Cuervo y Héctor Alterio. Son, respectivamente, un joven sacerdote; su padre, un maduro policía con muy pocos puntos en común con el hijo; una periodista capaz de cualquier cosa por una buena noticia, pero con sensibilidad suficiente para renunciar a la exclusiva por una buena causa, y un cardenal envuelto en turbios asuntos.