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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Tala en la Alameda

Triana ya no es Triana, dice una coplilla nostálgica. Y nuestros políticos locales, con sus aliados los financieros e inmobiliarios, están empeñados en que en muy poco tiempo vayamos a tener que cantar 'la Alameda ya no es la Alameda'. El sábado 21 de julio hacia las nueve de la mañana cayeron los primeros seis árboles. Se ve que no aprendemos, o que aprenden demasiado.

Lo que los hippies, con sus profesionales y técnicos, dicen que va a pasar en la Alameda y los barrios populares que la rodean no son imaginaciones, sino que es un proceso urbanístico bien estudiado que ha caracterizado y caracteriza la acción del nuevo capitalismo global por todo el mundo, y que se denomina en la jerga técnica 'gentrificación'. Viene del inglés 'gentry', eufemismo que denomina a la clase alta educada, es decir a los poderosos. 'Gentrificación' denomina el proceso urbanístico mediante el cual las clases populares son expulsadas de sus barrios situados en los centros históricos, y sustituidas por otras con mayor poder adquisitivo, los triunfadores de la nueva economía, con sus franquicias, servicios de seguridad, coches, etcétera. Este fenómeno está perfectamente descrito, por ejemplo, en el libro de Michael Sorkin, ¡de 1992! , sobre el urbanismo norteamericano de final de siglo titulado Variaciones sobre el parque temático, o por Manuel Castells, en la monumental La era de la información.

En fin, que si los hippies no ganan resistiendo en la Alameda, los barrios populares desaparecerán, y Sevilla se parecerá cada vez más al cóctel de parque temático y centro comercial que parece ser el objetivo de nuestros políticos, sin duda déspotas, aunque no sé si ilustrados, palurdos, o ingenieros financieros -porque estos procesos, como se imaginarán, nunca son inocentes-. Alternativas hay muchas, pero es necesario tener la voluntad política de proponérselas.- José Pérez de Lama Halcón. Sevilla.

A Manuel Aguilar Camacho: Es imposible sobornar a quien lucha desinteresadamente por la salud de un barrio en contra de grandes intereses comerciales. Es imposible ir uniformado cuando nadie te obliga a vestirte de una manera determinada. Una vieja bicicleta es el mejor medio de locomoción en una ciudad como Sevilla. Un perro, mejor si no es de raza, es un estupendo compañero para los ratos de ocio, aunque algunos prefieran la televisión. Salvar la Alameda no es una pataleta ni tiene nada que ver con el Che ni con el comunismo pero sí con un profundo ideal social y ecológico. Usted quiere imponer sus intereses personales a otros colectivos diferentes al suyo, limítese a seguir, con mucho esfuerzo, rehabilitando su casa. El abandono y la permisividad con el tráfico de droga y la delincuencia es un grave problema cuya solución es social y policial, no urbanística. No ama más el casco histórico de Sevilla el que quiere llegar hasta él en coche, sino el que no tiene inconveniente en hacerlo dando un paseo. Hermosas casas del barrio se dejan caer por la feroz especulación inmobiliaria. Existen calles donde la policía no entra por oscuros intereses, no por miedo. Al mercadillo lo han ayudado a degenerar para que personas como usted piensen lo que usted piensa. En cuanto a los árboles, en mi modesta opinión, prefiero un solo árbol a mil coches, aunque a éstos se los esconda bajo tierra.

Por cierto, he vivido desde que nací en la zona de la Alameda, intento llevar adelante uno de los comercios más antiguos del barrio, no tengo chanclas de cuero (todavía), mi bicicleta no es vieja, no tengo perro y nunca he comprado ropa en los puestos del Duque, aunque a partir de ahora pienso hacerlo. Espero haber resuelto con claridad y eficacia todas o la mayor parte de sus preguntas. Por favor, ayúdenos a salvar La Alameda.

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