_
_
_
_
Crítica:CARLINHOS BROWN | ÉTNICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Fiesta dionisiaca

Carlinhos Brown no da conciertos: oficia como máximo sacerdote de un espectáculo dionisiaco. Se trae los tambores de Salvador de Bahía, en esa atronadora y dinámica timbalada nacida de su fértil imaginación en un barrio marginal de la ciudad de Jorge Amado, y convierte un escenario europeo en fiesta desenfrenada.

Pocos espectáculos pueden presenciarse hoy como el que ofrecieron Carlinhos Brown y sus músicos. Vendrían a ser como los guerreros de Mad Max en versión tropicalizada y sin las aviesas intenciones de aquéllos. Todo son buenas vibraciones con el jefe Brown, una fuerza de la naturaleza que recorre incansablemente el escenario y permite sospechar que de pequeño cayó en alguna marmita de poción mágica. Energía en estado puro.

Carlinhos Brown

Carlinhos Brown (voz, percusión y guitarra), André (teclados), Betao Aguiar (bajo), Gerson Silva y Juninho Costa (guitarras), Roninho Scott (saxo), Vandinho Carvalho (batería), Boghan Costa, Cacau Alves, Dedé, Élber, Furunga, Kika, Marquinhos y Sinho (percusión). Jazztel Music Veranos de la Villa. Conde Duque. Madrid, 24 de julio.

El clima es de carnaval. Y los repiques de tambor anuncian el arranque del baile. Aunque también hay canciones notables. Pueden pasar desapercibidas entre el magma sonoro percusivo y porque la gente anda ya enfrascada en estribillos como el de A namorada y el de Rappunzel, pero títulos como Argila o Magamalabares, que Carlinhos Brown le cedió a la cantante Marisa Monte, revelan a un compositor de trazo fino y nada convencional.

Lo preestablecido se va al garete: una almibarada balada de comedia de Doris Day y un pastiche de los Beatles pueden sonar justo antes o después de ese Faraó, capaz de remover al mismísimo Ramsés.

Hay que ser muy Brown para destapar la caja de los truenos y luego sentarse sin más al borde de la escena con los pies colgando para hablarle al público, en un idioma extranjero, de la paz en el mundo y la importancia de la familia. Y más Brown aún para montar un número final a lo Massive Attack con percusión sideral y resolverlo susurrando a la Ligia carioca de Antonio Carlos Jobim. Un genio de la desmesura y el contraste este delirante fabricante de sonidos.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_