Reinventarse la vida
Me pone usted un café solo... Es que la leche la traigo yo'. Y el camarero la mira poniendo unos ojos como platos. Ana María (nombre supuesto), 35 años, ya hace año y medio que no come pan. Tampoco puede tomar cañas de cerveza, una de las cosas que más le gustaba hacer. Y sus hábitos más repetidos y simples, como tomar ese desayuno con leche por las mañanas que tanto sorprende al camarero, o mojar despreocupadamente en las salsas, se han acabado para ella; ha debido sustituirlos por otros. De alguna forma, Ana María, desde que sabe que es celiaca, está reinventando su vida. Ahora lleva siempre consigo un bolso grande en el que guarda su frasco de leche de soja, unas barritas de pan de maíz...
Ana María lleva siempre consigo un bolso grande en el que guarda su frasco de leche de soja, unas barritas de pan de maíz...
Ana María recuerda cada mañana, mientras desayuna, lo mal que se ha sentido en los últimos años hasta que, por fin, le diagnosticaron que era celiaca. 'Me sentía siempre cansada, sin fuerzas, y nadie sabía decirme por qué', recuerda. 'Primero me diagnosticaron una anemia ferropénica; me faltaba hierro, me dijo el especialista'. Y ella, entonces, pensó que su mal se debía a la vida, un tanto desordenada, que hacía: horarios de comida irregulares, una alimentación inadecuada; demasiado trabajo, el estrés... Lo sorprendente fue que el tratamiento prescrito acabó con su anemia, pero no con los síntomas de fatiga y desgana, que continuaron igual. Posteriores analíticas y estudios serológicos confirmaron que era celiaca.
La primera impresión que tuvo Manuel Ollero, médico del Servicio de Medicina Interna del hospital Virgen del Rocío, en sus primeros contactos con Ana María, fue la de que todos los males que ésta tenía se debían a 'un problema de la regla'. Y es que la pérdida regular de sangre es una causa frecuente de la anemia ferropénica. 'Ésta es una opinión muy extendida entre los especialistas cuando se encuentran un cuadro clínico como el de Ana María', explica Ollero. Él, sin embargo, avisado ya por la experiencia clínica diaria, quiso saber algo más. 'Hay causas encubiertas -entre las más importantes, la celiaquía-, que también provocan anemia', previno a la paciente. 'Usted padece una celiaquía de adulto', le dijo después de que una biopsia intestinal confirmara el diagnóstico. '¿Qué es eso?', preguntó Ana María sorprendida, que apenas había oído hablar de 'niños celiacos', pero jamás de celiacos adultos. Las pruebas complementarias para medir los anticuerpos antigliadina y otros demostraron que estos eran 'extremadamente positivos', recuerda ahora el médico.
No obstante, la biopsia intestinal es, en última instancia, la que confirma o desmiente la enfermedad. 'La biopsia intestinal es la prueba definitiva que nunca falla', concluye el internista.
El tratamiento es sencillo, pero difícil de cumplir. Basta con evitar los productos con gluten. Pero, ¿qué alimentos no lo tienen? Dada la manipulación y preelaboración que se da hoy en todo lo relacionado con la alimentación, prácticamente no hay producto en los supermercados que no contenga alguna dosis de gluten, aunque sea una cantidad inapreciable, pero que contribuirá a mantener viva la enfermedad.
Ana María cuenta y no acaba su anecdotario diario: en los restaurantes, en casa de los amigos... 'No tomo pan'. '¡Oh!, no te preocupes, tenemos picos'. No se separa del bolso, 'por si acaso', en el que guarda algunas provisiones de emergencia.
'Eso es algo que le pasa a los niños', dice Ana María que le cuentan quienes opinan sobre el tema. 'La realidad es que casi nadie sabe qué es ser celiaco', confirma tras este año y medio ejerciendo de enferma.
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