Alternativa socialista
Para aspirar a suceder Aznar en 2004, el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, necesita dar contenido a su alternativa y modernizar su partido hasta ponerlo en las condiciones óptimas para dar la batalla. Un año después de acceder a la secretaría general, ésos son los objetivos inmediatos del dirigente socialista para los que acaba de sentar sólidas bases en la conferencia política, reunida este fin de semana, en torno al debate del documento ideológico Ciudadanía, libertad y socialismo y de la aprobación de unas nuevas normas de funcionamiento del partido.
En el nuevo salto de escala del capitalismo llamado globalización, la simple oposición entre derecha e izquierda pierde sentido. Pero ello no significa que un partido que aspira a ganar las elecciones pueda prescindir de una definición ideológica que le distinga y diferencie. Conforme al signo de los tiempos, Zapatero reitera sus guiños al centro, este centro del que Aznar se presenta como paladín bajo su exclusiva palabra de honor. Pero las elecciones no se ganan por lo general en el centro, sino que el centro es el regalo que recibe una alternativa cuando ha sido capaz de atraer y generar confianza en la ciudadanía. Por eso, el discurso doctrinal del PSOE se mueve entre la aceptación de los principios básicos del liberalismo y la reafirmación de los valores de izquierda como un modo de mirar el mundo y de valorar las cosas distinto del conservador. Sólo si consigue atraer a la totalidad del electorado socialista tradicional Zapatero podrá aspirar a ocupar el centro. Y las conclusiones de la conferencia han intentado conectar con este doble registro.
La asunción de la libertad como valor prioritario en el retablo de los valores clásicos no quita la constatación de las enormes desigualdades que el proceso de globalización genera. Y exige, por tanto, políticas menos fatalistas, menos entregadas a la determinación económica. En este terreno, Zapatero puede abrise camino - sobre todo frente a un Gobierno de Aznar que ha convertido las cifras macroeconómicas en la medida de todas las cosas-, y de ahí su mensaje, lanzado con fuerza en su discurso de clausura, de exigir a la izquierda 'más vigor' para gobernar la globalización. Superado el periodo del neoliberalismo, en los tiempos que se avecinan es previsible que Zapatero no tenga que navegar tan a contracorriente como lo ha hecho la izquierda europea desde la inundación provocada por la caída del muro. Los efectos de la inundación ya están alcanzando ahora a la derecha. Y el malestar por los excesos de la globalización emerge con fuerza.
Pero las afirmaciones ideológicas de principio no son suficientes. Aunque la conferencia ha hecho importantes esfuerzos en la línea de concreción del discurso ideológico, habrá que esperar la prueba de la realidad: en qué medidas políticas se concretan las líneas de actuación aprobadas. Lo mismo cabe decir de las propuestas sobre la renovación del partido. La conferencia ha apostado por una organización más porosa a las corrientes y movimientos de fondo y ha consagrado el sistema de primarias para la elección de candidatos, las listas abiertas para la designación de delegados, la limitación a tres mandatos de los cargos orgánicos y la participación de los simpatizantes en los procesos y comisiones sectoriales del partido. La experiencia enseña a desconfiar de las reformas que se prometen cuando las cosas no van del todo bien, pero que se olvidan cuando comienzan a ir de cara. La conferencia política del PSOE no cierra una etapa -la de renovación ideológica-, sino que abre otra: la de la indispensable concreción de sus propuestas. Serán las que darán la auténtica medida de la alternativa y de su fuerza para imponerse electoralmente y traducirse en política de Gobierno.
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