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Reportaje:MOTOCICLISMO

Una moto a cambio de un chupete

Toni Elías, que hoy puede ser líder del Mundial, vive sobre dos ruedas, tutelado por su padre y su tío, campeones de motocross, desde que era un bebé

Todo huele a dos ruedas en el entorno de Toni Elías. Su abuelo por parte paterna -fallecido cuando su hijo tenía ocho años-, Toni Elías, fue piloto de velocidad, compitió en subidas en cuesta, y compartía ya un taller con su hermano Josep. Su padre, Toni Elías, fue 12 veces campeón de España de motocross en 250cc. Su tío, Jordi Elías, fue también campeón de España de motocross en 125cc. Y su madre, Mei, sentó desde el principio las bases para que la moto no se convirtiera en una obsesión para su hijo, sino que, simplemente, fuera un objeto que le ayudara a ser feliz.

Toni Elías no es todavía campeón del mundo de velocidad en 125cc, pero está en el camino. Desde que subió por primera vez al podio en el Gran Premio de Francia (fue tercero), su progresión ha resultado imparable: segundo en Montmeló y en Donington, y ganador en Assen, la catedral. Totaliza 97 puntos, y se encuentra a siete del líder, cuando faltan ocho carreras. Hoy, en el Gran Premio de Alemania, Elías podría convertirse en líder del Mundial.

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Hasta ahora, la familia Elías ha sido feliz. Toda su vida ha transcurrido en torno a las motos y así seguirá si no ocurre un cataclismo. Cuando Toni, hijo, nació, su padre era campeón de España, y propietario de una tienda y un taller de motos. 'Tenía ocho días cuando le bajé por primera vez al taller de su padre. Vivíamos en el piso de arriba', recuerda Mei. 'Y bajar al taller, convivir con los mecánicos, tocar las herramientas, simular que arreglaba motos, todo eso constituyó una de sus mayores diversiones. Otra fue ver películas de Tom Sawyer. Le comprábamos motos en miniatura de cross, y él les sacaba los neumáticos de tacos y les bajaba los manillares: de alguna forma, las convertía en motos de velocidad'.

Toni Elías Jr. ni siquiera andaba cuando subió a su primera moto. Tenía siete meses. Su padre le compró una Vespa para niños, que funcionaba con una batería. No podía caerse. Le montaron en ella y apoyaron sus manitas en el manillar. Le enseñaron cómo dar gas. Y Toni comenzó a correr por un pasillo, de los brazos de su madre a los de su padre.

Su segunda moto fue una Piwi 50cc de cross. Tenía 4 años. Se la compró su tío Jordi Elías. 'Se la trajeron los Reyes, pero a cambio de que se olvidara ya del chupete', recuerda Mei. Se sentía cómodo en ella porque la controlaba. Pero se negaba a subirse a motos más grandes.

Hasta que un día se plantó ante sus padres: 'Me gusta lo que hace papá, pero yo no quiero ir más en estas motos porque me ensucio. No quiero más motos de tierra, ni más polvo'. ¡Se ensuciaba! Para él aquello constituía una razón de peso. Y decidió que no seguiría en el motocross.

No fue sencillo porque con aquel paso adelante rompía con los planteamientos iniciales de su padre. Pero luego se produjo una circunstancia definitiva. Elías tenía siete años cuando se fue con su padre, ya retirado de la competición, a la Feria de las dos ruedas de Valencia. Allí había instalado un pequeño circuito para motos pocket (muy pequeñas). '¿Quieres probar?', le preguntó el padre. Se montó a aquella moto y su cara se iluminó. 'Me gusta muchísimo', respondió Toni. La misma semana tenía su pocket.

'La incidencia de su tío, Jordi, sobre Toni ha sido importante', reconoce Mei. 'Él se preocupó siempre de que tuviera lo mejor: el casco, el mono Garibaldi, las botas, los guantes. Todo se lo regaló él. ¡Que lo lleve bueno!, nos decía. Pero quien más ha influido en la formación de Toni ha sido su padre. Y, aunque ahora quien le dirige es Alberto Puig, a Toni le gusta tener a su padre y a mí cerca de él'.Con la Polini pocket, Elías recuperó la ilusión por las motos. Y aquella etapa resultó la mejor escuela. 'Le construí un chasis de aluminio, le varié las inclinaciones. Sólo aproveché el motor. Lo demás era todo distinto en su pocket', explica el padre. 'Los dos disfrutaban: uno construyendo su propia moto, y el otro corriendo', agrega la madre. Era 1990. Aquel mismo año compitió en la carrera Ciutat de Manresa y ganó.

'Entonces comprendí que podía ser un buen piloto de velocidad', asegura el padre. 'Todo lo que hace ahora en el Mundial, ya lo hacía allí: inclinaciones, derrapadas, adelantamientos, apurado de frenadas, control de la moto'. Aquella fue una etapa crucial, porque Elías aprendió a reglar las motos y a valorar los cambios. 'Hacíamos nuevas aplicaciones y él me explicaba si notaba mejoras o no, y aportaba nuevas ideas'.

De las pocket, pasó a los scooter (tres años) y de ahí a las 125cc. En 1999, Elías llegó al Mundial y Puig se fijó en él. 'Algunas veces me conseguía piezas especiales, otras me aconsejaba cómo tomar una curva', recuerda el ganador de Assen. 'Alberto es la persona que cualquier madre quisiera tener al lado de su hijo', agrega Mei.

En 2000 fue Puig quien colocó a Elías en el equipo Chupa Chups. Y esta temporada le integró en su propio equipo, Telefónica, junto a Dani Pedrosa, 15 años, y Joan Olivé, 16. Toni es el mayor, 18, y ahora el abanderado. 'Nosotros nunca le hemos presionado para que compita, ni siquiera para que vaya en moto', asegura Mei. 'Si lo hace es porque quiere, porque se divierte haciéndolo. La moto nos ha ayudado a todos a ser felices. Pero si Toni dice un día: 'Ya tengo bastante, no quiero continuar', por nuestra parte, encantados. Lo único que queremos es que sea feliz'.

Toni Elías con sus padres en Manresa.
Toni Elías con sus padres en Manresa.SUSANNA SÁEZ

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