Portillo sigue perdiendo terreno en la carrera por el liderazgo 'tory'
Michael Portillo sigue perdiendo terreno en la carrera por el liderazgo del Partido Conservador británico. Michael Ancram, el primero de los cinco candidatos que se cayó de la lista, brindó ayer su apoyo a Iain Duncan Smith, el representante del ala derechista de los tories, en perjuicio tanto de Portillo como del veterano europeísta Kenneth Clarke. Los 166 diputados conservadores con escaño en los Comunes deberán hoy elegir a dos de los tres. El sucesor definitivo de William Hague será elegido entre esos dos candidatos finalistas, que se someterán al voto de los 330.000 militantes del partido. El resultado del escrutinio se conocerá el 12 de septiembre.
Ancram pidió el voto para Duncan Smith. Es el candidato 'que mejor puede unir a nuestro partido, el que mejor puede garantizar el núcleo de nuestros principios conservadores y el más capaz de llevar adelante los cambios para crear el trampolín que nos lleve a la victoria en las próximas elecciones', declaró ayer Ancram. Con este nuevo respaldo, Duncan Smith parece tener asegurada una de las dos plazas en juego y pasa la patata caliente a sus dos rivales.
Apenas conocido del gran público, Iain Duncan Smith es el mejor representante de la ortodoxia conservadora: no sólo es el prototipo de la derecha, sino que tiene el suficiente pedigrí antieuropeo como para representar a la línea dura de los tories. Eso le convierte en el candidato más continuista respecto al anterior jefe de filas, William Hague, y el que mejor representa la posibilidad de que los conservadores decidan tropezar por segunda vez en la misma piedra.
Campaña de desgaste
Portillo, probablemente el candidato con mejor estampa y más tirón electoral de los tres a la hora de afrontar unas elecciones generales, se ha enfrentado en las dos últimas semanas a una despiadada campaña de desgaste desde las filas más conservadoras del partido. Su imagen renovadora, que en el arranque de la sucesión de Hague era su gran virtud, se está convirtiendo en su principal defecto. El aparato del partido parece no fiarse de él, de su vertiginosa reconversión desde joven thatcherista a abanderado de los derechos de las minorías.
Y le reprochan, por encima de todo, su deslealtad a Hague durante la pasada campaña electoral. Éste salió ayer en defensa de Portillo de una manera tan tibia que más pareció confirmar que desmentir las acusaciones lanzadas la víspera -en un programa de televisión grabado en secreto durante los días de campaña- por su jefa de prensa sobre el arribismo del que era su número dos. 'Estoy convencido de que he tenido el absoluto apoyo y lealtad de todos los miembros del Gabinete en la sombra', declaró ayer Hague, lacónico.
En medio de esta batalla, el carismático pero europeísta Kenneth Clarke no acaba de tener claro si de todo esto va a salir beneficiado o perjudicado. La polarización del debate público entre Duncan Smith y Portillo le ha restado presencia mediática en los últimos días. Pero está por ver si eso le va a quitar votos o al revés.
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