En la paz cuelgan a los ladrones
Existe en Francia un proverbio que dice que en la paz se cuelga a los ladrones, pero que en la guerra se les honra. Viene a cuento a cuenta del cuento -ya vale- de algunos a la hora de racanear en las escapadas. El fuerte, el que juega con las cartas descubiertas nunca gana. El débil, aunque juegue con cartas marcadas, tampoco lo hará. Así que para desgracia de éstos lo hará un tercero que, además de tener fuerzas, es el que mejor maneja las artes escénicas; intenta tirar, pero el pobre, sencillamente, no puede; se apunta de invitado cuando comienza la caza del gato y el ratón, pero huye de todo protagonismo. No puedo, te dice con un gesto y con cara de pena cuando le pides el relevo. Pero cuando ya nadie lo espera, el pobrecillo que iba haciendo la goma, abandona su disfraz, y saca a relucir sus afiladas garras. Un ataque seco, y hasta luego, os espero en el hotel.
No fue el caso de ayer, puesto que simplemente, ganó el más fuerte, pero sirva para ilustrar ese irónico juego en el que el listo es el tonto, y el tonto, o más bien, el que se lo hace, es el que besa a las azafatas.
Lo digo para que tengamos claro a qué nos referimos cuando decimos que tal corredor, cuando está en una escapada, no falla. Y no es baladí, que el asunto tiene su arte, más subterráneo que transparente, y más instintivo que razonable.
Y como este Tour parece empeñado en destapar recuerdos bélicos, con tantas etapas por una zona tan simbólica, con una crono por esa vía de la paz, etc... también nosotros pondremos nuestro granito de arena para honrar a nuestros guerreros. Así que nos pondremos manos a la obra para construir un pedestal a ese pequeño saltarín vestido de naranja que ayer, simplemente, no pudo ganar.
Pedro Horrillo es corredor del Mapei.
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