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Reportaje:

La batalla de lo jondo

Veteranos y jóvenes artistas se disputan en Cádiz el mercado flamenco

La batalla estival por conquistar el mercado flamenco ya ha comenzado en Cádiz: nombres consagrados contra promesas, puristas contra heterodoxos, cante grande contra palos festeros, todos contra todos. Una contienda incruenta, casi cordial, pero desde luego muy concurrida: una decena de artistas afines a lo jondo ha hecho coincidir los lanzamientos de sus discos con la proximidad del verano.

En la rama ortodoxa, el cantaor gaditano Juan Villar lanzó la primera ofensiva el pasado mes de mayo. Coetáneo de Camarón, Villar había mostrado síntomas de aperturismo -incorporación de teclados, batería y vientos- en su anterior disco, Amboré (Fods). En esta nueva entrega, titulada A mi manera, insiste en esa búsqueda de 'un sonido puro y moderno a un tiempo', según afirma. 'Está hecho con mucho amor y mucha fe, pero si no va acompañado de una buena promoción, pasará desapercibido como los anteriores'.

También regresa a escena, tras 10 años de silencio discográfico, el cantaor Aguilar de Vejer. Rosas de colores (Discos El Melli) certifica el retorno de una voz inclinada hacia palos amables para el gran público como son las sevillanas, los tanguillos o las colombianas. 'El flamenco puro es hoy muy difícil de vender', explica, 'pero en los festivales seguiré haciendo los cantes que mejor conozco: alegrías, tarantos...'.

En una línea más radical, Silverio Heredia presentó el pasado día 4 de julio en Cádiz su última grabación hasta la fecha, En la edad de mis sueños (Fonoruz). Su estilo cabal, de modelo mairenista, no está reñido con el hecho de que Silverio incluya en su repertorio un implícito homenaje a Camarón o unos tangos canasteros.

Junto a estos nombres, recientemente han visto la luz discos de cantaores experimentados y casi olvidados, como Cascarilla o Santiago Donday, así como de guitarristas de la talla de Pepe Justicia. Entre los jóvenes más apegados al cante rancio, sin duda la revelación de la temporada ha sido Así lo siento (TresBe), el recién estrenado álbum de Antonio Agujetas. Su presencia en el cartel del Festival Espárrago 2001 añadió una nota de jondura a la habitual extroversión roquera de esta cita.

No obstante, las últimas generaciones flamencas se han decantado sin titubeos por los caminos de la fusión, el mestizaje y los sonidos ligeros. Con excepciones como las del pianista Diego Gallego, autor de un interesante disco que lleva su nombre, la gran mayoría de los artistas menores de 30 años quieren entrar en las emisoras de onda media por la brecha que abrieron en la pasada década grupos como Navajita Plateá, Maita Vende Cá o El Barrio. Formado en esta última banda, el cantante Felipe El Bonito acaba de hacer su debú discográfico bajo el nombre artístico de Chaure Caló. 'Llevo en el flamenco desde los ocho años', explica Felipe, 'y después de trabajar con artistas como Sara Baras o José Mercé, ha llegado la hora de buscar un estilo propio'.

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Un experimento similar es el del vocalista El Rubio y su grupo Razón Aquí, que acaba de editar un compacto sencillamente titulado La vida (Surfonía). 'Con trabajo y esfuerzo se sube paso a paso', afirma El Rubio ante la buena acogida de este producto. 'Aunque nos guste jugar con elementos del jazz o la salsa, la raíz siempre queda'.

Entre tanto, otros grupos y artistas flamencos de la provincia de Cádiz siguen inmersos en tareas de promoción, como los jerezanos Caché Juncal (Contracorriente, Horus) y Delincuentes (Virgin), o ultimando nuevos lanzamientos: la cantaora gaditana Carmen de la Jara ya tiene listo un disco inspirado en poemas de Fernando Quiñones, y los isleños Maíta Vende Cá se encuentran entre Madrid y Barcelona para estrenar nuevo sello discográfico.

Medio siglo de retraso

La revolución que supuso en el mundo del cante la figura de Camarón de la Isla sigue produciendo, una década después de su desaparición, una vertiginosa alza de este género. Para el productor Humberto Camino, de Surfonía, 'se está creando un buen ambiente en torno al flamenco'. 'Muchos cantaores antiguos están aprovechando el tirón. Hasta los presidentes de las peñas creen que la evolución ha sido positiva', afirma Camino. En cuanto a una posible saturación del mercado, Camino opina: 'No estamos más que al nivel que tenía Estados Unidos hace 50 años: se puede grabar en unas mínimas condiciones, editar y promocionar'. Con esta idea coincide con matices el crítico Fermín Lobatón, para quien 'el gran problema sigue siendo la difusión'. 'Es cierto que la digitalización ha abaratado mucho los costes, y ello ha permitido grabar tanto a cantaores que nunca lo habían hecho como a jovencitos. El tiempo terminará poniendo a cada uno en su sitio', indicó Lobatón. Para el periodista y escritor Juan José Téllez, 'el mayor riesgo creativo que corre el flamenco es el mimetismo'. 'Asistimos a la aparición de voces nuevas, muchas con su impronta propia, pero en su abrumadora mayoría sombras de lo que otros fueron', afirma. 'En muchos casos se busca la sombra protectora del árbol Camarón, que ha terminado por constituirse en un acento diferenciado en su género', dice el escritor. El envés optimista del asunto es, según este estudioso, que 'hasta hace un par de años, esa voz acamaroná parecía inundarlo todo'. 'Ahora se intuye que aliviamos el luto y empiezan a oírse acentos personales', concluye Téllez.

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