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Columna
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Teatre Nacional Valencià

La noticia es la siguiente: 'el consejo rector de Teatres de la Generalitat Valenciana ha aprobado por unanimidad el texto definitivo del anteproyecto de ley de las Artes Escénicas, que recoge la mayor parte de las propuestas planteadas después de un amplio período de consultas en las que han participado instituciones como el Consell Valencià de Cultura y las organizaciones representativas del sector profesional del teatro y la danza, además del director artístico de Teatres, Jaime Millás'. Creo que es una buena noticia. El teatro siempre tuvo entre los valencianos un fuerte arraigo. Las compañías de aficionados se extendían por gran cantidad de peublos de nuestra geografía. La nómina de actores y actrices valencianos en el teatro español ha sido en toda época importantísima. Importantísima en cantidad y también en calidad. Baste recordar, siquiera sea a vuela tecla, nombres que van desde Rafael Rivelles, Paco Pierrá, Amparo Martí, Vicente Soler, José Codoñer, pasando por Antonio Ferrandis, Pedro del Río, Queta Claver, Maria Fernanda d'Ocón hasta Lola Cardona, Magüi Mira, Pepe Sancho... o en el campo de la dirección a un José María Morera. O un Nacho Duato en la danza. Y se me quedan en la memoria, con toda seguridad, en este recuerdo apresurado muchos más. Con algunos de ellos conviví aquí, en Madrid, y seguí de cerca sus éxitos en la década de los cincuenta y finales de los cuarenta. No había peña teatral, tan frecuentes entonces, de la que no formasen parte, entre sus habituales, actores valencianos. Fuese en la del café El Gato Negro, el Café de Gijón, Las Cancelas o Chicote. Sea pues bienvenida esa futura ley consensuada con el sector profesional del teatro y la danza valencianos por parte del consejo rector de Teatres y su director Jaime Millás.

Dice, además, la noticia a que me refería al principio, que el texto legal consensuado regula, asímismo, la creación del Teatre Nacional Valencià. La verdad es que me ha sorprendido la denominación. Agradablemente, es cierto, pero me ha sorprendido: Teatre Nacional Valencià. Es una denominación un tanto extraña, si ustedes me lo permiten. O si quieren, paradójica. ¿Nacional de qué nación?. Que esta denominación salga en una ley promulgada por la Generalitat, ¿qué quieren que les diga?. A mi me resulta no sólo extraño o paradójico sino divertido. Aquí estamos jugando siempre al querer y no poder o, lo que es peor, al querer y no querer. Sobre todo si, quienes nos gobiernan, no es que no sean nacionalistas sino más bien antinacionalistas. Sucede, en no pocas ocasiones, lo mismo que con la lengua. Todo el mundo la defiende, incluso los que ni la quieren ni, por tanto, la utilizan. Admiran a los nacionalistas catalanes, por ejemplo, les gustaría ser como ellos, con las mismas competencias -¡no ibamos los valencianos a ser menos!- pero olvidando que ha sido la asunción de su nacionalismo quien les hizo ser diferentes cuando se elaboró la Constitución, mientras que los diputados valencianos de la derecha, en las constiuyentes, o en la discusión del Estatuto, andaban discutiendo si el valenciano era o no catalán o la denominación de País Valencià era catalanista. Ahora nos salen con lo del Teatre Nacional Valencià. Bueno, si así lo quieren... Es como empezar la casa por el tejado. Ya tenemos el Teatre Nacional Valencià. Ahora vamos a ver si definimos la nación de la cual va a ser representante ese teatre.

fburguera@inves.es

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