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Reportaje:

El salario del arte

Un artista paga a un grupo de inmigrantes para que se encierren en un barco

Cobran 4.000 pesetas al día por estar tres horas metidos en la calurosa y agobiante bodega de una barcaza de transporte de mercancías que realiza un corto y lentísimo trayecto por la parte más comercial del puerto de Barcelona, entre el amarre de las golondrinas del final de la Rambla y el centro de ocio Maremàgnum. Ayer eran 16, aunque estaba previsto que fueran 20, y, dado el pequeño revuelo que provocaron los medios de comunicación, su travesía comenzó un poco más tarde. En su mayor parte son inmigrantes legales de origen magrebí que han sido contratados para participar en un proyecto artístico que pretende precisamente evidenciar el proceso de mercantilización que sufren las personas en nuestra sociedad.

La intervención de Santiago Sierra en Barcelona denuncia la mercantilización de las personas

El autor del proyecto es Santiago Sierra, un madrileño de 35 años que reside desde 1995 en México. En los últimos tiempos está arrasando en las bienales y exposiciones de arte de diferentes países, de La Habana a Venecia, pasando por Berlín, Valencia o México, con sus trabajos 'remunerados'. Es decir, paga a gente para que haga o se deje hacer cosas tales como meterse en una caja de cartón durante cuatro horas en una galería, masturbarse delante de una cámara de vídeo, sostener en un ángulo de 60 grados del suelo el muro arrancado de una galería, permitir que les tatúen una raya horizontal en la espalda, teñirse el pelo de rubio o, simplemente, ordenarse por el grado de coloración de su piel.

Cuando menos, la dureza y violencia de sus propuestas provocan incomodidad, irritación o incluso indignación. Casi podría decirse que es esto lo que pretende. 'No estoy muy de acuerdo en cómo ha actuado la izquierda hasta ahora', afirma Sierra. 'No basta con hacer manifiestos, reportajes o películas. Si quieres hablar de las condiciones de trabajo y de la manera en que las personas son tratadas como mercancías hay que poner la situación enfrente en la forma más clara posible'.

Sierra reconoce que hay un punto perverso en sus propuestas y también es consciente de que el protagonismo que alcanza él como artista tiene el peligro de desvirtuar el mensaje. 'Es algo que tengo que afinar todavía', asegura. La suya, de hecho, es una opción pesimista y radical de la famosa descontextualización del objeto artístico que tanto abunda en el arte de este siglo. Sólo que aquí lo que se pone fuera de contexto no es una cosa, sino una persona.

Alí es una de estas personas, casi todas contratadas a través de la bolsa de trabajo de la asociación Ibn Batuta, que ayer navegaban en la bodega del barco. Tiene 23 años y nació en Barcelona de padres marroquíes. 'Si tienes imagen de inmigrante, ya les vale', afirma. Es un hombre práctico y abierto que confiesa no entender demasiado la propuesta del artista. 'Supongo que es su manera de ver la vida a partir de los estudios y la experiencia que él ha tenido. Hay otros que la vemos de manera distinta. Para mí, de lo que se trata es de trabajar para sobrevivir y llegar a ser alguien; es decir, conseguir una formación para poder estar a gusto en lo que haces'. Este trabajo en concreto no lo considera en exceso duro. 'Físicamente no hay esfuerzo. Lo peor es el calor, porque somos muchos en un espacio reducido, y eso que tenemos agua y estamos poco tiempo. ¡Cómo debe sufrir la gente que realmente tiene que pasar días en estas condiciones!'. Él no cree que como denuncia esta acción sirva de mucho -'estas cosas hay que vivirlas, porque para explicar que existen ya están los reportajes'-, pero a su compañero Hamid, de 32 años, marroquí que llegó a España hace año y medio con contrato de trabajo, le parece una buena manera de dar a conocer los peligros y los riesgos que tienen que correr muchos inmigrantes para conseguir llegar a Europa.

La intervención de Santiago Sierra, invisible para los numerosos turistas que visitan la zona y que lo único que captan es el movimiento de un barco, continuará hasta el próximo domingo cada día, entre las seis de la tarde y las nueve de la noche. Se enmarca en la trienal Barcelona Art Report y tiene como comisaria a Rosa Martínez, para quien Sierra 'es el artista español más radical y más internacional que tenemos'. En total, la intervención ha costado cuatro millones de pesetas, de los que 1,5 se destinan a pagar el alquiler del barco; una cantidad similar, a remunerar a los trabajadores, que están asegurados, y el resto, a los gastos de producción de la intervención.

Algunos de los inmigrantes que participan en la intervención de Sierra, en la bodega del barco.
Algunos de los inmigrantes que participan en la intervención de Sierra, en la bodega del barco.CARLES RIBAS

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