Placer y piedad por el toro
El poder expansivo de Internet tiende al infinito y un texto de Antonio Caballero, 'El placer del toro', publicado en Babelia el sábado día 30 de junio, ha desencadenado una catarata de reacciones, todas contrarias a su contenido.
El argumento central del texto -aun a costa de simplificarlo mucho e incluso de tergiversarlo parcialmente- era, en palabras del autor, que 'el toro bravo es un animal de pelea (como el hombre, entre otros), y para él, la pelea es un placer. Lo cual puede ser censurable desde un punto de vista filosófico o al menos de 'corrección política'. Pero es un hecho cierto de la naturaleza'.
Bueno, pues se ha armado la de Dios es Cristo, con un furor antitaurino y una agresividad semejante al juego que escenifican hombre y fiera en las plazas de toros.
Se trataba de un artículo de opinión y, en consecuencia, el Defensor poco o nada tiene que decir, por muy molestos que hayan podido resultar para algunos los juicios de Caballero.
Pero el volumen de la marimorena es suficiente como para reflejarlo en esta columna y dejar constancia al menos de que se ha producido, de que el periódico no hace oídos sordos a la opinión de un sector de lectores y, en definitiva, de que es consciente de la controversia que suscita la llamada fiesta nacional.
Al Defensor le ha impresionado la agresividad de muchas de las cartas recibidas y el hecho de que una buena parte exija la supresión de todo tipo de información taurina en las páginas del periódico.
Ya se ha dicho que estamos ante un artículo de opinión. Veinte días antes de publicarlo, el mismo suplemento, Babelia, había dedicado su portada y cuatro páginas a un debate con el título 'Piedad por los animales', con largos y razonados alegatos a favor de todas las tesis compasivas con el reino animal.
No es quién el Defensor para dilucidar la pelea que las corridas de toros suscita, pero sí para dejar constancia de un hecho: los toros tienen detractores y defensores. El debate es intenso y está muy lejos de resolverse.
Los datos de la realidad indican que en nuestro país es mayoritario el apoyo para la fiesta taurina y, en cualquier caso, pocos dudarán de que no estamos ante un espectáculo más, sino ante un hecho cultural con tradición de siglos y con apoyo expreso de notables intelectuales.
Es obvio que el periódico decidió desde el primer día dar cobertura a un acontecimiento que se extiende a todo el territorio español, a parte del francés y a varios países del área hispanoamericana.
Esa decisión se mantiene, y quién sabe si en un futuro, que no se adivina próximo, la realidad social sea tan distinta que lleve a cambiar de actitud.
Enrique Tierno Galván publicó en 1957 un luminoso ensayo sobre los toros. Allí mantenía algunas tesis que muchos años después, en 1983, sintetizó en una tribuna de opinión en este periódico. Explicaba -hay que suponer que para horror de sus detractores- que 'los toros son testimonio de la inmediaticidad de la sensibilidad con nuestro contorno, y, por tanto, los toros expresan los estados de conciencia más profundos del español en cuanto sujeto y, en cierto modo, objeto de un ámbito cultural propio'.
Tierno remataba su ensayo de finales de los cincuenta y la tribuna de los ochenta con una frase casi literal en ambos casos: 'Si alguna vez los toros desaparecen, en los Pirineros -puerta de España a Europa y de Europa para España- habría que poner un letrero que dijere: 'Aquí yace Tauridia'.
En tanto esperamos si llega ese momento, sería bueno mantener la discusión con la dosis más baja de apasionamiento que sea posible.
Gasol y Jordan
El jueves día 28, en la sección 'Última hora' de El País Digital se mantuvo durante toda la tarde, en la información deportiva, este titular: 'Hostia, si es que Jordan salió el tercero'. La crónica, enviada desde Nueva York, que no llevaba ese título, se publicó el viernes día 29, en la edición impresa, para informar del éxito del baloncestista Pau Gasol en las pruebas para jugar en la Liga de baloncesto estadounidense.
El título en este caso era 'Esto es maravilloso', para reflejar la alegría del jugador, que fue elegido en tercer lugar, pero en el texto de esa crónica se incluía la misma expresión que el día anterior se mantuvo en los titulares del periódico digital. Matías Alfonso Olmos, Carlos Andreu y Carlos Rodríguez-Lluesma se han dirigido al Defensor para protestar. Aducen fundamentalmente que la expresión ofende sus sentimientos religiosos como católicos y piensan que, en general, los de los cristianos. Por cierto, los tres han firmado un texto idéntico, enviado en tres fechas distintas, en el que se advierte: 'Seguro que no es el único correo que va a recibir con la misma queja'.
Éste es un asunto nada trivial que habrá de abordarse algún día, porque la capacidad multiplicadora de Internet puede dar un sesgo engañoso a protestas aparentemente masivas. El ejemplo de la queja antitaurina es muy significativo en este sentido. En cualquier caso merece la pena atender la reclamación. El Libro de estilo es muy tajante respecto del uso de expresiones malsonantes:
'Las expresiones vulgares, obscenas o blasfemas están prohibidas'. No hay una recomendación, sino una prohibición expresa. 'Como única excepción a esta norma', añade, 'cabe incluirlas cuando se trate de personas relevantes, que hayan sido dichas en público o estén impresas y que no sean gratuitas. Es decir, sólo y exclusivamente cuando añadan información'. Para mayor claridad concluye: 'Una palabrota pronunciada durante una entrevista no justifica su inclusión en el texto, cualquiera que sea la persona que la emitió'.
Alguna de las excepciones se cumple, pero no la condición esencial, ya que no parece que la expresión pronunciada por Gasol durante una rueda de prensa añadiese ningún elemento informativo a su discurso.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonearle al número 91 337 78 36.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.