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TELE 5 | 'FORT BOYARD'
Columna
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Fuerte fatiga

Algo tiene el verano para que las distintas cadenas rebajen por estas fechas el ya bajo listón a que nos acostumbran durante el resto del año. Si no fuera porque los programas estivales son concebidos en invierno, lo más fácil sería achacarlo al efecto de la canícula sobre el cerebro de sus creadores. La dolencia es, por tanto, más grave y está relacionada con lo que les sugiere la palabra verano. Territorio asaz peligroso, poblado de cuerpos en bañador dispuestos a pringarse con las más variadas sustancias y un humor chabacano que haría palidecer a José Luis Moreno y Ramón García, reyes invernales de la horterada televisiva en los programas de entretenimiento familiar.

Fort Boyard, el concurso de acción programado por Tele 5 para la noche de los miércoles, no pretende explotar la vena chusca ni libidinosa. La innovación principal radica en el lugar donde está grabado, una cárcel napoleónica construida en un islote frente a las costas de la Bretaña francesa. Para conseguir las llaves que abren el cofre donde se guarda un tesoro que luego cambiarán por un viaje, cinco concursantes vestidos con camiseta y calzón corto se enfrentan a pruebas tales como descolgarse por uno de los muros exteriores de la fortaleza, meter la mano en una urna repleta de ratas adormiladas o montar boca abajo en una bicicleta suspendida de un alambre. Confiado su reclamo casi en exclusiva a su espectacular escenario, el mejunje está servido con tan poca gracia y unos obstáculos técnicos tan omnipresentes que nos hace añorar aquel El juego de la oca, que presentaba un Emilio Aragón ataviado con esmoquin y botines blancos de baloncestista.

Dicen los responsables de Tele 5 que Fort Boyard ha sido emitido con éxito en 20 países. Si lo dicen, habrá que creerlo. Sea como fuere, es este un dato que indicaría la escasa exigencia de su audiencia, ya que el problema no parece ser de la versión española, aunque el trío de presentadores patrios no haga mucho por mejorar el original: Félix Álvarez -soso informal-, correteando con los concursantes de celda en celda; Paula Vázquez -la del euromillón-, en la muy complicada labor de dar la vuelta al reloj de arena con el que se cronometran las pruebas; y Óscar Ladoire -pronúnciese a la francesa: laduar-, dando el contrapunto intelectual, en el papel de un supuesto alquimista con barba postiza que propone sofisticadas adivinanzas a los concursantes. En definitiva, no necesitaban irse a Francia.

[Fort Boyard fue el segundo espacio más visto del martes, con 3.097. 000 espectadores y 22,7% de cuota de pantalla].

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