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La oposición votó contra la Ley del Suelo pese a que ésta impedirá construir en terreno protegido

El PP aprobó sólo con sus votos una de las normativas más importantes para la región

Hubo ayer buen ejercicio parlamentario en la Asamblea de Madrid. Y no tanto por el debate que se desarrolló en el salón de plenos, sino porque en los pasillos se vivió, como hacía tiempo que no sucedía, el fragor de la política. Seguramente -y sin quererlo- fue el socialista Antonio Fernández Gordillo quien dio la clave para buscar las auténticas razones del rechazo de la oposición: 'Esta ley acaba como empezó. Sin el apoyo de nadie. Se han quedado ustedes solos. Qué diferencia con la ley anterior'. La ley anterior era del PSOE.

El PP no quería una ley en soledad. Cierto. El PSOE no quería respaldar la ley. Cierto. IU votó en contra. Cierto, pero menos, si se tiene en cuenta que, primero, estaba por votar a favor. Cosas de la política. En un discurso que hubiera merecido el generoso aplauso de la oposición, el consejero de Obras Públicas, Luis Eduardo Cortés, achacó precisamente a 'cosas de la política' que no se hubiera logrado el pacto. Y hasta en positivo: 'Eso es la democracia', dijo, 'no tanto el consenso como el que seamos capaces de debatir las cosas'. Dio las gracias a todos por sus aportaciones y se felicitó por haber conseguido de la oposición 'lo mejor que tenían: sus ideas'.

En un afán de lograr el acuerdo, se cambió el orden del día y se debatió primero la Ley de Protección de Datos. Como no fuera suficiente, se pidió un receso que, generoso, el presidente de la Asamblea, Jesús Pedroche, concedió. Al menos sirvió para que se retirara del texto el polémico artículo 29, que recogía la posibilidad de construir en suelo protegido y para que Ecologistas en Acción, presentes en la Cámara, se dieran por satisfechos.

El proyecto de ley original permitía, a los propietarios de al menos 30 hectáreas de suelo no urbanizable protegido, que se construyeran un chalé. Según diversas tasaciones, el metro cuadrado de este tipo de suelo en Madrid oscila entre las 200 y 10.000 pesetas. Por ejemplo, la Consejería de Hacienda, en mayo pasado, tasó el metro cuadrado del Soto de Viñuelas [zona de máxima protección a las afueras de Madrid] en 2.019 pesetas. Con esta valoración, una finca de 30 hectáreas alcanzaría un precio de mercado superior a los 600 millones. 'Pero ese precio', según fuentes del Jurado de Expropiación, 'lo marcó la consejería con un aprovechamiento urbanístico nulo del terreno. Si el PP hubiera aprobado el artículo 29, en el que se da aprovechamiento a las fincas no urbanizables protegidas, su valor de mercado se habría, al menos, triplicado o cuadruplicado. Se habría creado así un mercado inmobiliario para multimillonarios, del que Madrid ahora carece'.

Sustitución

Pero ni con ésas. Si en el caso del PSOE su intención de voto fue siempre la misma, en el de IU la situación era más compleja. Su portavoz, Juan Ramón Sanz, había negociado con el PP y había dado prácticamente por hecho el acuerdo. Luego fue sustituido en el pleno por su compañero de armas Fernando Marín para rechazar una ley que recogía casi todas sus exigencias. Fue breve Marín. Tal vez recordó aquella copla que recogiera el padre de los Machado, Antonio Machado y Álvarez: 'Mientras más hables, más pierdes, / que eres como las gallinas, / que se ponen a escarbar / y se echan la tierra encima'. Así que, conciso, dijo que la ley suponía la privatización del suelo y que, aún mejorada, no era suficiente.

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El socialista Fernández Gordillom que sustituía al portavoz de su grupo en esta área, Modesto Nolla -ausente por la muerte de un familiar-, abundó en las anteriores críticas: la ley provocaría desequilibrios, no favorecía la vivienda protegida. El PP mantuvo las enmiendas que había aceptado en negociación. Y apenas hizo reproches. Sólo Pablo Morillo dijo a IU que se le había aceptado prácticamente todo y lamentó que el rechazo tuviera motivos políticos. Su jefe de filas, el presidente del grupo popular, Miguel Ángel Villanueva, en tono duro, pero mesurado, recordó, en la mejor tradición calderoniana, que 'tendrían que responder ante los madrileños por su postura'.

Albero Ruiz-Gallardón (dcha.), junto a Luis Eduardo Cortés, durante el pleno de la Asamblea.
Albero Ruiz-Gallardón (dcha.), junto a Luis Eduardo Cortés, durante el pleno de la Asamblea.MIGUEL GENER

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