_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Huir en Euskadi

Antonio Elorza

Al regresar de una prolongada estancia en Londres, el antropólogo Juan Aranzadi trae la carga de dos extensos trabajos: Sangre vasca y El 'nuevo Israel' americano y la restauración de Sión. Ambos se agrupan bajo un título común, que sirve asimismo para definir la nueva actitud del autor ante el problema político vasco: El escudo de Arquíloco. Siempre tiene importancia la aparicíón de un nuevo libro del autor de El milenarismo vasco, pero en esta ocasión el atractivo de la novedad no es sólo de orden bibliográfico, tal y como puede apreciar cualquier lector de sus entrevistas publicadas en Babelia y en El Correo de Bilbao. En la actual encrucijada de incertidumbre y muerte, Aranzadi rompe con cualquier compromiso y propone una ética del fugitivo. 'Es más sabio huir', nos dice Aranzadi, 'que enfrentarse al enemigo.

Para ello se inspira en el conocido fragmento del poeta griego Arquíloco donde éste relata el episodio de su huida en combate ante los tracios: 'Un tracio alardea con mi escudo intachable,/ que yo abandoné sin querer tras un arbusto,/ pero yo conseguí salvarme. ¿Qué importa ese escudo?/ ¡Que se vaya al diablo! Compraré otro que no sea peor'. Aranzadi se plantea en voz alta lo que muchos vascos, y entre ellos no pocos intelectuales, se han planteado a sí mismos, y con la misma respuesta: ¿por qué correr el riesgo del tiro en la nuca, de la bomba-lapa o, como mínimo, del ostracismo en mi propio lugar de residencia o de trabajo? Salvemos el pellejo. De ser versados en literatura griega, una vez hecha su opción, los fugitivos tal vez la vieran reforzada al conocer el desenlace trágico que aguarda a la contrafigura de Arquíloco, el Eteocles de Los siete contra Tebas, de Esquilo. No está dispuesto a entregar su ciudad, a que ésta quede sojuzgada, y lo consigue, pero al precio de perder la vida defendiendo sus puertas en lucha fratricida. Los tebanos salieron bien parados, pero al hijo de Edipo su sentido cívico le llevó a la muerte.

Por otra parte, la postura adoptada por Aranzadi difiere en parte de la de Arquíloco. Tiene algo de la de Temístocles al ponerse bajo la protección del rey de Persia. No se limita a abandonar su escudo y huir. Toma su lanza y sigue en el combate, aunque desde otro campo. Sus razones son aquí mucho menos sólidas e invitan a plantear una serie de interrogantes. ¿Por qué es el Estado-nación incompatible con la aplicación de los valores democráticos? ¿no es la 'superioridad ontológica' asignada en el preámbulo de la Constitución a 'la Nación española' el único medio para conciliar el principio democrático de la soberanía nacional con el reconocimiento de la pluralidad de 'pueblos', cosa que luego permite otro reconocimiento pluralista, el de las nacionalidades? ¿puede analizarse la ideología de ETA en términos de 'ética de las convicciones' sin tener en cuenta los fundamentos xenófobos que en este caso comparte con el nacionalismo democrático? ¿cabe pensar que la supuesta 'ambigüedad' de éste es 'una bendición' olvidando lo que representa su coincidencia en la meta de la Gran Euskal Herria independiente con la buscada por ETA? ¿qué ha hecho ese bendito partido nacionalista desde la ruptura de la tregua para acabar con el aparato criminal de ETA?¿se es de veras más libre en esa Euskadi de donde tantos huyen ahora que en la de hace 10 años? Tiene razón sin duda Aranzadi al considerar que la derrota electoral de HB abre nuevas perspectivas, pero resulta más discutible su tendencia a formular objeciones triviales a la Constitución mientras se juzga positivamente todo lo ocurrido después de Lizarra.

Volviendo a los griegos, no hay que olvidar que el individualismo de Arquíloco responde a un tiempo de tiranos. Él mismo se autodefine como 'servidor del imperante Enyalos'. A pesar de la condición regia de Eteocles, el marco de Sófocles es ya la polis democrática. Los defensores de sus puertas encarnan las virtudes de la prudencia y de la tenacidad frente al furor de los asaltantes. 'No hagais inclinarse nunca bajo el yugo de la esclavitud a un país libre', exhorta Eteocles a sus conciudadanos. Los antecedentes de la política nacionalista en su conjunto no invitan precisamente a renunciar a esa exigencia.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_