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Reportaje:

Una guerra comercial con toallas, setas y puerros como excusa

Japón y China llevan enfrascados cuatro meses en un conflicto que ya ha causado cuantiosas pérdidas a los dos vecinos asiáticos

China y Japón se tiraron los trastos ayer en su último intento, tras cuatro días de negociaciones a contrarreloj, de zanjar una escaramuza comercial que empezó hace cuatro meses y acabó en guerra. Los propios delegados de ambos países creen que no habrá oportunidad de volver a negociar hasta después de las elecciones parlamentarias japonesas del 29 de julio próximo. Japón ya ha perdido unos 106.000 millones de pesetas a causa del conflicto. China no ha dado cifras.

El primer golpe en este enfrentamiento lo arrojó el Gobierno de Japón en abril pasado, cuando decidió aumentar las tarifas de importación de los envíos de setas comestibles, puerros y paja de arroz para tatamis, preocupado porque su bajo coste de importación estaba dañando a sus productores nacionales. Japón también sospechaba que China estaba practicando el dumping (venta por debajo de su precio de coste) con estos productos.

China tardó en reaccionar, pero cuando se decidió desencadenó un zafarrancho tal que forzó a Japón a llevar el conflicto al territorio de las negociaciones. En junio, el Gobierno de Pekín duplicó las tarifas de importación de automóviles, teléfonos móviles y equipos de aire acondicionado japoneses. Los tres productos son estrella en el grueso de las exportaciones de Japón al resto de Asia, e incluso al mundo. Tokio se metió entonces con otro sector vital de la industria y el comercio exterior chino: el textil.

'Estamos investigando con el máximo rigor los serios daños que está causando la exportación de toallas chinas', declaró en Pekín el director de la oficina comercial japonesa, Tadakatsu Sano. Japón amenaza ahora con aumentar las tarifas de importación de toallas y esto ha puesto de los nervios a los responsables del Gobierno de Pekín.

Los fabricantes de toallas japoneses exigieron en febrero pasado a su Gobierno que restringiera de algún modo las importaciones de toallas procedentes de China y Vietnam, arguyendo que su bajo coste los estaba arruinando. Japón importó toallas por valor de 57.000 millones de pesetas durante el año pasado y el 79% de esas compras procedieron de China, mientras que otro 15% provinieron de Vietnam.

En el momento en que los productores nacionales se quejaron, el Gobierno de Tokio no emprendió una investigación con mucho entusiasmo debido, en gran parte, a que China estaba en ese momento negociando los últimos flecos de su ingreso a la Organización Mundial de Comercio (OMC) con Estados Unidos y la Unión Europea. Japón respaldó fuertemente a China durante los 15 años que duararon las negociaciones para su ingreso a la OMC.

Ahora que China está a un paso de entrar a la OMC, y a raíz de que recrudeció su enfrentamiento con Japón, es cuando el Gobierno del primer ministro Junichiro Koizumi desenvaina con el asunto de las toallas. 'El incremento de las tarifas a las importaciones de toallas sería acorde a la reglamentación de la OMC', afirmó ayer Sano.

La pugna ha llegado lejos y, tras el fracaso de las últimas reuniones, ningún experto espera que China y Japón puedan volver a negociar una solución hasta agosto, como muy pronto. También se prevé que el conflicto escale hasta golpear a los más altos políticos de ambos países y que se convierta en un tira y afloja en el que pierdan ambos países. China ha sido firme en su mensaje: Japón debe mover ficha primero, entonces puede haber una solución.

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