_
_
_
_
Entrevista:JEROME CHARYN | ESCRITOR

'Mis novelas son como la obra de Gaudí, la verdadera arquitectura de los sueños'

Solamente en el Nueva York de Jerome Charyn es posible encontrar un comisario de policía judío que sea a la vez un asesino a sueldo. Es Isaac Sidel, el fascinante protagonista de una decena de novelas del escritor neoyorquino afincado en París. Jerome Charyn (Nueva York, 1937) ha roto los moldes de la novela negra. Con lirismo, con profunda ternura, con humor agridulce, con economía de palabras, ha creado una poética de la violencia que nos sumerge en un mundo diferente, como si pasáramos al otro lado del espejo. Sin linealidad ni progresión argumental, lo de Charyn es pura literatura con unos personajes absolutamente negros.

Charyn acaba de publicar en España Ojos Azules (RBA), la primera novela de la serie. En ella el comisario Sidel, una especie de ángel exterminador, aparentemente expulsado de su cargo, se enfrenta en el Bronx a los Guzmán, marranos -judíos conversos que practican ocultamente su religión- procedentes de Perú, atracadores, timadores, controladores de apuestas y más cosas.

'La vida es muy complicada. Es una gran batalla y resulta mucho más interesante si puedes cambiar el orden natural de las cosas'

El verdadero protagonista de la novela, Manfred Coen, llamado Ojos Azules, uno de los polícias preferidos de Sidel, es utilizado por éste en su particular guerra contra los Guzmán. En esta batalla alucinante participa una serie de tipos increíbles que se mueven en universos cerrados, cada uno con su propio lenguaje. RBA publicará las tres novelas siguientes: Marilyn la Indómita, La educación de Patrick Silver y Los secretos de Isaac, y si van bien, ojalá, continuará con la serie, en la que el asilvestrado Sidel llega (en Citizen Sidel) a vicepresidente de Estados Unidos. En las historias de Charyn puede suceder cualquier cosa.

Pregunta. En sus libros, polícias y criminales son lo mismo.

Respuesta. Porque son exactamente lo mismo. No es una exageración, no me lo invento, crecí en ese ambiente. Hablo del Bronx, de Nueva York. Mis personajes no son buenas personas, pero tampoco son malos, como yo mismo.

P. En libros suyos como El hombre barbo o La dama oscura de Bielorrusia, da la impresión de que usted mismo fue un poco delincuente.

R. Vivía en un barrio muy pobre y cuando me enconraba con los otros chicos, pues... Y sí ocurrió así fue por la falta de lenguaje. Si te falta el lenguaje te queda la rabia contra el mundo. En mi casa no había ningún libro, en mi barrio no había ningún periódico. El mundo no existía. No se puede encontrar The New York Times en el Bronx.

P. Y ahora utiliza el lenguaje como un cuchillo.

R. No, como una pistola. Para mí, el verdadero poder es el lenguaje y la verdadera pobreza es la falta de lenguaje. Yo entré en el mundo gracias al idioma, con el lenguaje puedo matar y ya he matado en la literatura. Es una venganza contra la cultura general, que excluye a tanta personas.

P. En su novela, usted atrapa a Ojos Azules en la guerra entre Sidel y los Guzmán, entre judíos y conversos.

R. Es la ambigüedad de las religiones, los católicos que son judíos y los judíos que son católicos. Me fascina la historia de los marranos. Creo que yo mismo desciendo de tártaros del siglo XVII, que se convirtieron al judaísmo; es muy extraño. Mi hermano mayor tiene rasgos totalmente tártaros.

P. De padre polaco y madre bielorrusa, usted nació en el Bronx y vive en Paris, ¿de dónde se siente?

R. No lo sé. Es difícil, no tengo una idea muy precisa. Me gustan los hoteles porque puedo trabajar bien en ellos. Escribí la mayor parte de Ojos Azules en el Majestic de Barcelona.

P. Manfred Coen es fantástico, es el mejor, lleva la pistola en una bolsa, es un fanático del pimpón, los otros policías lo odian porque es el niño mimado de Sidel y Sidel permite que lo maten y, además, le mata un amigo.

R. Y el fantasma de Coen perseguirá para siempre a Sidel. La vida es muy complicada. Es una gran batalla y resulta mucho más interesante si puedes cambiar el orden natural de las cosas.

P. Usted lo hace en sus novelas.

R. Sí, y por eso se produce una sofisticación. Comprendo que no resulte fácil entrar en ese universo.

P. ¿Por eso sus novelas no tiene éxito en Estados Unidos?

R. No las entiende, son demasiado barrocas, surreales. América es el país del realismo y no comprenden esta música. Mis novelas son como la obra de Gaudí, la verdadera arquitectura de los sueños.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_