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Reportaje:

Schröder aprende a vivir con su pasado

El canciller alemán recompone el 'puzzle' familiar, marcado por la guerra

Cuando Gerhard Schröder trabaja en los designios alemanes, desde su despacho en la séptima planta de la imponente nueva Cancillería en Berlín, su mirada, de cuando en cuando recae sobre el retrato de un soldado alemán con una esvástica nazi en el casco. Es Fritz Schröder, su padre.

La imagen es desacostumbrada para el canciller, quien apenas había cumplido seis meses cuando Fritz Schröder murió en 1944 en Rumania, durante la Segunda Guerra Mundial. Es la primera foto que tiene de su padre, y la posee desde hace poco. Como les ha sucedido a muchos otros alemanes de su generación, Schröder, quien creció en un hogar humilde, ni siquiera sabía dónde reposaban los restos de su progenitor.

'Nunca tuve una imagen mental de mi padre, y mi relación con él fue muy limitada. En cierto modo, no existía para mí. Tan sólo ahora estoy comenzando a ocuparme de él', confesó el canciller en una entrevista a The New York Times. 'Fue un soldado de bajo rango, no un líder, y fue enviado a la matanza como todos los demás', agregó.

El parecido entre padre e hijo es asombroso, en especial en lo que a la imponente quijada se refiere: 'Como si fuésemos gemelos. Eso te pone a pensar. Y es muy interesante', manifestó Schröder. El canciller, hasta ahora no se ha destacado precisamente por reflexionar sobre la carga histórica que supone para Alemania el haber engendrado el nazismo (aunque tampoco se ha alineado con aquellos que, como su antecesor, Helmut Kohl, proclamaron la 'clemencia del nacimiento tardío' de los alemanes que no alcanzaron a ser adultos durante el Tercer Reich y, por tanto, no fueron corresponsables de sus atrocidades).

La foto de Fritz Schröder es producto de una investigación adelantada por la hermana del canciller, Gunhild, quien finalmente decidió ponerse a buscar la tumba y, asistida por el diario amarillista Bild, acabó por localizarla en Ceanu Mare, en Rumania. Durante las pesquisas, Gunhild encontró una referencia a un tío hasta entonces desconocido, Kurt, hermano de Fritz. Seguida esta pista, aparecieron también tres primas que habían crecido en la República Democrática Alemana (RDA).

Redescubrimiento del padre, por tanto, y ampliación familiar. Desde que se conocieran los detalles familiares, en abril, Schröder ha insistido en que se trata de un asunto 'estrictamente privado', aunque al mismo tiempo no ha desaprovechado la oportunidad de lanzar la historia a la prensa del corazón.

Cuando el canciller se encontró por primera vez con dos de sus nuevas primas, Heidi e Inge, hace un mes en la ciudad de Gera, docenas de cámaras pudieron filmar abrazos, algo rígidos; risas, un poco incómodas, y la entrega de dos ramos de flores, como si de esposas de jefes de Gobierno se tratara.

Una prima, sin embargo, faltó a la cita pública y durante un tiempo se mantuvo oculta, hasta tal punto, que se llegó a especular con que podría ser una desempleada iracunda con la política laboral de su poderoso familiar. La verdad resultó ser más compleja: Renate había trabajado en el servicio secreto de la RDA, la temida Stasi, donde se había encargado, entre otros asuntos, de traducir del inglés al alemán las informaciones obtenidas con escuchas en la Embajada británica en Berlín Este.

Schröder mantuvo la calma. 'Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra', comentó, antes de plantear aquella pregunta que ya muchos alemanes se han hecho: '¿Acaso sé yo si hubiese podido oponer resistencia en semejante sistema social?'.

Gerhard Schröder, durante una conferencia de prensa en Berlín
Gerhard Schröder, durante una conferencia de prensa en BerlínASSOCIATED PRESS

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