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Cinco personas matan a un matrimonio a tiros por impedirles vender droga en su barrio

Las víctimas volvían a su casa en el poblado del Pozo del Huevo con tres hijas menores de edad

El matrimonio formado por Emilio Montoya Borja, de 30 años, y Rocío Iglesias Muñoz, de 32, murió ayer acribillado a balazos ante sus tres hijas (una de nueve años, otra de cinco y la menor de sólo siete meses). Ocurrió en el poblado chabolista del Pozo del Huevo, en Villa de Vallecas, donde un grupo de cinco personas -dos mujeres y tres hombres- esperó a la pareja y, tras mantener una corta discusión con ella, sacaron pistolas y escopetas y tirotearon a ambos cónyuges, según los vecinos.

La Jefatura de Policía sospecha que el crimen obedece a 'un ajuste de cuentas por drogas'. Por contra, los vecinos y unas monjas franciscanas de María -que llevan años viviendo en el poblado, en el que realizan tareas de apoyo social- aseguran que el asesinato se debió a la represalia de un clan de narcotraficantes al que la familia había impedido vender droga en el poblado chabolista, el más antiguo de Madrid. La Brigada Judicial tiene ya 'perfectamente identificados' a los homicidas, aunque aún no los ha detenido, según fuentes policiales. Se trata de un grupo de origen portugués.

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El matrimonio regresaba a la una de la madrugada en su furgoneta Renault 4 de celebrar el santo del hijo mayor, de 12 años. Éste se había quedado en casa de sus abuelos. Cuando se dirigieron a su chabola, alejada del centro del poblado, se toparon con el grupo criminal, que les estaba esperando.

Entonces se oyeron gritos del matrimonio: '¡Dios mío!, pero ¿qué es esto? ¿Qué es lo que pasa aquí?', exclamaron, según contaron después unas monjas que viven cerca de la pareja. Éstas también escucharon cómo Emilio (conocido por Pere en el poblado) rogaba a sus agresores que dejaran a sus hijas. Nada más decir eso, se oyeron cuatro disparos, a los que siguieron otros dos. 'Los primeros sonaron muy fuertes. Parecían de escopeta. Los segundos eran más flojos, creemos que los hicieron con pistola', explicó un vecino.

Las dos niñas mayores salieron del coche y llamaron a sus vecinos. 'Han matado a los papás', sollozaban mientras pedían que avisaran a la policía. 'Estaban muy nerviosas y no paraban de correr de un lado para otro. Primero nos llamaron a nosotros, y luego, a Ángel, que es otro vecino. Llevaban las manos manchadas de sangre', contó una monja. 'Lo han hecho de forma muy premeditada, porque el matrimonio siempre dejaba encendida una luz fuera de su casa para cuando regresaba. Ayer estaba todo a oscuras; suponemos que los agresores la apagaron', apuntó otra religiosa. Con la muerte del matrimonio, ya son 38 las personas asesinadas en la región en lo que va de año.

Cuando salieron, los vecinos se encontraron a Emilio Montoya tirado fuera de la furgoneta con varios disparos y rodeado por un charco de sangre. Su esposa, Rocío, estaba sentada todavía dentro del vehículo. Tenía en sus brazos a su hija menor, de siete meses. La mayor, de nueve años, la recogió al poco manchada por la sangre de su progenitora. 'Las niñas han actuado con una sangre fría extraordinaria, porque se han dado cuenta de todo lo que ocurría desde el primer momento. Gracias a Dios que no estaba el niño mayor con ellos, que si no, lo habrían matado también', afirmó una religiosa franciscana.

Los familiares y amigos trasladaron al matrimonio a centros médicos cercanos, al comprobar que estaban todavía con vida y que las asistencias médicas no llegaban. La mujer ingresó ya cadáver en el centro de salud de la calle de la Concordia, en Puente de Vallecas. Mientras, el marido fue llevado al hospital Virgen de la Torre, en la calle de Puerto de Lumbreras (Villa de Vallecas), donde falleció poco después. Las niñas se quedaron con las monjas y luego fueron recogidas por sus familiares.

Antecedentes policiales La Jefatura Superior de Policía barajó ayer la hipótesis de que el doble crimen se debiese a 'un ajuste de cuentas por drogas'. El matrimonio había sido detenido en 1992 por supuesto tráfico de estupefacientes. Emilio Montoya contaba también con un antecedente policial por lesiones registrado en 1996, según fuentes de la investigación.

Los vecinos de las víctimas rechazaron la versión policial. Aseguraron que el matrimonio, perteneciente al clan de los Tarzanes, murió tiroteado por su enfrentamiento con el clan de los Fernández y Fernández. Los primeros prohibieron, según la versión de los vecinos y las monjas franciscanas, vender droga en el poblado a los segundos. Eso había originado repetidas discusiones entre ambas familias. Este hecho induce a sospechar al vecindario que un grupo del clan opuesto tiroteó a la pareja de los Tarzanes hasta matarlos. 'Era una familia ejemplar. Los niños son muy educados y siempre van al colegio. El padre se dedicaba a recoger chatarra y ella vendía flores', señalaron varios vecinos.El Pozo del Huevo es el poblado chabolista más antiguo de los existentes en Madrid. Se levantó en los años cincuenta. En 1990 se realojó a 300 familias que vivían allí en el llamado Ruedo de Moratalaz, cerca de la M-30. Pero, como no se desmanteló totalmente, el poblado fue creciendo. Ahora están censadas 140 familias. No es un hipermercado de la droga como Las Barranquillas. Las autoridades han previsto desmantelarlo en esta legislatura.

Interior de la chabola en la que vivían Emilio Montoya y Rocío Iglesias con sus hijos.
Interior de la chabola en la que vivían Emilio Montoya y Rocío Iglesias con sus hijos.EFE

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