'El Pilar' recibe la Copa
70.000 hinchas del Zaragoza celebran el triunfo de su equipo y vitorean a los jugadores en torno al Ayuntamiento de la ciudad
Pocos daban un duro por el Zaragoza en la final de Sevilla, incluidos sus propios aficionados. Y, sin embargo, el único equipo campeón que jugaba la final del 25 aniversario de la Copa del Rey era el de Luis Costa. A muchos se les olvidó que el Zaragoza llegaba a la final de La Cartuja con cuatro Copas de España (1964, 1966, 1986 y 1994), una Copa de Ferias y una Recopa de Europa en sus vitrinas. Pero también la parte emocional del triunfo, la hinchada tomando las calles, se cobró ayer una fecha más para señalar en la agenda del Zaragoza: 70.000 zaragozanos recibieron al equipo campeón en la Plaza del Pilar. Allí, los jugadores ofrecieron la Copa a la virgen.
Una alegría sorprendente. La mala trayectoria liguera del Zaragoza y la humildad de Luis Costa, un entrenador que se siente más cerca del estilo de Luis Aragonés que del seductor argumentario de algunos jóvenes entrenadores, lo habían convertido en el perdedor de la final. Incluso para una buena parte de la afición que, esta vez, se quedó en casa a verla por la televisión. Los más jóvenes se reunieron en torno a la pantalla gigante instalada en el pabellón Príncipe Felipe. Desde allí acompañaron una de las finales más reivindicativas del zaragocismo en la que los protagonistas fueron, en primer lugar, los diez mil aficionados que levantaron un dique frente a la marea celeste que empujaba desde el sur y el este y que les doblaba en número. Una afición que compadecida de los seguidores vigueses terminó gritando 'Celta, Celta, Celta...' Después del gesto de cortesía hacia los derrotados, la afición se desperdigó por Sevilla para celebrar la Copa en las zonas de bares de la capital andaluza.
Tenían motivos: el Zaragoza se había vuelto a instalar en la agenda deportiva nacional. Un equipo humilde que no parecía atravesar sus mejores horas, con poco más de cuatro mil millones de pesetas de presupuesto, pero orgulloso y con un cierto gusto por las batallas a vida o muerte que suponen las finales a un sólo partido.
Decenas de miles de personas tomaron el centro de la ciudad aragonesa la noche del sábado al domingo y ayer por la tarde acompañaron el recorrido triunfal del equipo en un autobús descapotable desde La Romareda hasta la basílica del Pilar y el balcón del Ayuntamiento. Después de la gloriosa década de los sesenta, con los magníficos, el Zaragoza sólo ha dejado de conquistar títulos durante los setenta. Repitió título copero en los ochenta, precisamente con Luis Costa en el banquillo, en los noventa, con la guinda más gloriosa, la Recopa, y esta nueva década no puede comenzar mejor con el título de Sevilla.
Junto a los gritos tradicionales, 'Esta Copica es para la Pilarica', 'Oé maños, oé', se escucharon las peticiones para que Alfonso Soláns, que el sábado fue el hombre 'más feliz del mundo', reúna un equipo ganador para la próxima temporada. Aunque los jugadores del Zaragoza se reivindicaron. Conjurados en el hotel de concentración para demostrar que en una final no hay favoritos, y el presidente, Alfonso Soláns, que apeló a la historia y también, en su fuero interno, al derecho de revancha deportiva ante Víctor Fernández que, con motivo de la última visita liguera del Celta a La Romareda, había criticado la falta de ambición de quienes dirigen el Zaragoza.
Ayer tarde, durante el recorrido triunfal, los aficionados estuvieron especialmente cariñosos con Luis Costa, el mismo que, hace quince años, ganó una final de Copa al Barcelona de Venables, Schuster, Pichi Alonso y Víctor Muñoz. Y es que Costa es una referencia del zaragocismo como lo es Xabi Aguado, once temporadas en el Zaragoza, tres veces campeón (dos Copas del Rey y una Recopa), que a sus 33 años aspira a renovar una temporada más. Y como lo empiezan a ser Paco, Acuña y José Ignacio. Tres de los jugadores básicos en la columna vertebral del equipo.
Con estos mimbres, Alfonso Soláns y Txetxu Rojo, el entrenador del Zaragoza para la próxima temporada, tienen que empezar a tejer el cesto del futuro. Ese que les reclaman la mayoría de los aficionados, especialmente los jóvenes, que quieren un equipo más descarado, más ganador, que haga ruido, que no pase desapercibido en la agenda deportiva nacional. El Ayuntamiento le va a echar una mano. El equipo de gobierno anunciará durante los próximos días la construcción de un nuevo campo de fútbol con capacidad para unos 45.000 espectadores. La nómina de abonados no llega a los 23.000 en la actualidad.
En cualquier caso, el impulso de la victoria ya ha empezado a mover proyectos de futuro en la ciudad del Ebro.
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