Turismo copero en Sevilla
Las hinchadas del Zaragoza y el Celta intercambian hasta sus cánticos de animación en un ambiente festivo antes de la disputa de la final
'Aprieta el caló de verdá'. Dicho por un sevillano, invita a los foráneos a tomar las medidas pertinentes al respecto. La primera, aligerarse de ropa: con el torso desnudo muchos de ellos; con livianos biquinis muchas de ellas. La segunda, la búsqueda del agua. Dos parejas de novios se bañaban ayer, a las 15.00 horas, en la fuente de Colón, a escasos metros del parque de María Luisa. '¡A por ellos, oé, a por ellos, oé!', gritaban con algarabía desde el interior de la fuente. Este es un cántico compartido por diversas aficiones de España: la del Celta y la del Zaragoza entre ellas. En concreto, estos bañistas son celtarras, la hinchada mayoritaria ayer en Sevilla: 21.500 gallegos por unos 10.000 aragoneses.
De hecho, los zaragocistas devolvieron 10.000 de las entradas que les envió la Federación Española de Fútbol. Hay mucha decepción entre la afición maña, que no entiende por qué su equipo ha sufrido tanto en la Liga, ni por qué se ha reforzado tan poco. La del Celta, en cambio, llegó a Sevilla entusiasmada. Su equipo ha ido de menos a más. Y ha acabado pletórico.
'Nuestro cántico preferido es la Rianxeira, en honor a una marinera gallega de tal nombre', precisó uno de los jóvenes pasados por agua. La jornada transcurrió ayer en medio de la concordia y el 'buen rollo'. No hay apenas rivalidad entre el Celta y el Zaragoza, a pesar de la final de Copa del Rey de 1994, cuando los maños conquistaron el trofeo a costa de los celestes. Si acaso, algún recuerdo malicioso de parte de algunos seguidores zaragocistas: 'Alejo, no te olvidamos', cantaban ayer en alusión al ex defensa catalán del Celta, ahora en el Elche, que falló el penalti decisivo de esa final de 1994. Podría decirse incluso que el club de La Romareda ha servido de cantera para el de Balaídos: de allí salieron el técnico, Víctor Fernández, y los jugadores Gustavo López y Cáceres.
Entre los seguidores célticos, abundan con los nombres de estos jugadores a sus espaldas, pero también los de ex jugadores que hace ya tiempo buscaron otros retos lejos de Balaídos: Makelele, Michel Salgado, Revivo, Mazinho y el mismísimo Patxi Salinas. Más austera, la parroquia aragonesa apenas lucía el nombre de sus héroes en las camisetas. '¿Para qué? Si cada año cambian de equipo', razonó uno de ellos. Quizá por eso una de las pocas zamarras con nombre impreso fuera la del capitán, Xavi Aguado, que lleva 11 temporadas en La Romareda.
Piques aparte, el respeto fue ayer absoluto entre las dos hinchadas. Y se pusieron a conversar. 'Dejadnos la final que vosotros ganaréis la UEFA', comentó uno del Zaragoza, que necesitaba la victoria para jugar la UEFA el próximo curso; el Celta, sexto en la Liga, ya la tenía asegurada. 'Sí, pero nosotros no tenemos ningún título y vosotros cuatro', respondió un céltico. En una cosa sí coincidían plenamente: 'Víctor Fernández es un entrenador como la copa de un pino'.
'¡Digo, digo, digo, la Copa para Vigo!'. Miles de vigueses se desplazaron a Sevilla en coches particulares. Las matrículas de Pontevedra llenaban el aparcamiento del estadio de La Cartuja. 'Estos tíos se han cruzado España de arriba abajo', sentenció un taxita al ver la matrícula de uno de los automóviles. 'Son unos 1.000 kilómetros. Salimos ayer a las doce de la noche', explicó un barrigón seguidor celeste mientras se zampaba unas lonchas de queso junto a su vehículo. 'Si ganamos, mejor, pero tampoco pasa nada si perdemos. Esto es una fiesta', añadió.
Así se lo tomaron, como una fiesta, fieles a la tradición que ha marcado la Copa del Rey en los últimos años. Hasta tal punto llegó ayer el mestizaje que los aragoneses se atrevieron a cantar la Rianxeira en gallego, mientras que los vigueses trataron de entonar alguna jota. Sin mucho éxito, por cierto, según informa Daniel Borasteros.
Más fácil tuvieron la visita turística por la ciudad andaluza, que no es mal sitio para ver. El parque de María Luisa se pobló de seguidores, vestidos de blanco y azul los zaragocistas; de celeste los célticos. Agitando sus banderas desde los autobuses turísticos descapotados. Ya fuera al pasar por la Torre del Oro, o por la Catedral. Otros eligieron las carrozas de caballos que juntaban en el parque de María Luisa a hinchas de uno y otro lado. 'Les vamos a meter 80', gritó un niño con un fuerte acento aragonés, mientras una pareja de turistas americanos miraba, boquiabierta, el espectáculo.
En otro punto de la ciudad, una pareja de japoneses entraba en el hotel Alfonso XIII, ataviados con sendas camisetas del Celta. El fútbol llega muy lejos. Para el filólogo avispado, Sevilla se convirtió este fin de semana en un crisol de diferentes acentos del castellano: el aragonés, el gallego y el sevillano. Los taxis y los bares de Sevilla hicieron su agosto. Ambos coinciden en que no hay mejor lugar para celebrar la final de Copa del Rey que Sevilla. A pesar del caló.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.