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CONFLICTO EN EL SECTOR TURÍSTICO

La huelga atrapa a miles de turistas en Baleares

Los trabajadores del transporte rechazan el principio de acuerdo entre sindicatos y patronal

José Benedicto, secretario general de Comisiones Obreras de Baleares, reconoció ayer su fracaso y falta de autoridad para resolver la huelga de transportes turísticos que su sindicato lideró. Ayer tarde la acalorada asamblea de conductores de autobuses decidió rechazar, en 10 minutos, sin debates ni votación, el pacto ya sellado por el comité de huelga con los patronos, que con la mediación del Gobierno balear pretendía dar fin al conflicto social, una movilización que por sus efectos sobre el pasaje de los aeropuertos insulares ha alcanzado un extraordinario eco nacional e internacional. 'Ha sido un decisión poco democrática', criticó Benedicto.

Ni los dirigentes sindicales de CC OO y UGT ni los delegados del sector pudieron parar el conflicto al perder el control sobre la dinámica radicalizada de las bases a los dos días de su desarrollo y a falta del domingo de paro. 'Se ha trabajado más en preparar la huelga, en crear el conflicto, que en negociar', lamentó el portavoz de la patronal, Carlos Sedano. 'El pacto rechazado era absolutamente aceptable, cubría los objetivos de la plataforma negociadora del convenio', reiteraba Benedicto.

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El abismo que tras la ruptura mantiene ahora candente el conflicto radica en una disputa entre trabajadores y patronal de poco más de un punto de diferencia en el incremento salarial en el convenio previsto para tres años, entre el 17% de aumento global en tres años reclamado y el 16% ofrecido. Otras discrepancias se ciñen a la regulación de los horarios, los turnos continuos o partidos, las libranzas, la disponibilidad del conductor hacia la empresa, el pago de las horas extra y de espera y el cómputo del sueldo base.

Las cifras de sueldo mensual que cobran los conductores, en un apunte general, oscilan actualmente entre las 160.000 y las 420.000 pesetas, según antigüedad, horas extra y disponibilidad, como detalló uno de los interesados. Uno de los puntos del pacto roto fijaba un sueldo inicial mínimo de 130.000 y 160.000 pesetas según categorías, y las horas extra a 1.300 pesetas. 'Las horas deben ser abonadas todas en blanco, declaradas a la seguridad social, que coticen', apostilló un delegado.

El poder autonómico rojo expresaba su desencanto por el devenir conflictivo: 'Una huelga no se puede conducir manu militari. El pacto de mediación previo a la convocatoria ya era bueno y el ir a la huelga quedó entonces, el pasado jueves, poco justificado', opinó Eberhard Grosske, consejero de Trabajo de IU y ex dirigente a su vez de Comisiones, que ha intentado obrar como hombre bueno, de consejero cercano a los sindicalistas e interlocutor asumido por los patronos.

Grosske, en cuatro reuniones en tres días distintos, y el mismo presidente socialista, Francesc Antich, en dos sesiones en dos días consecutivos, fracasaron al intentar convencer a ambas partes enfrentadas. Las mediaciones, el arbitrio neutro, un convenio provisional y la negociación permanente fallaron consecutivamente. El Gobierno regional emplazó al acuerdo a patronales y sindicatos durante 12 horas para desactivar una protesta laboral de unos 4.000 conductores de autobuses turísticos de Baleares, que habrá afectado en tres días, hasta esta medianoche cuando concluya, a unas 300.000 personas, la mayoría turistas de vacaciones.

Esta es una huelga cercana protagonizada por un colectivo de ciudadanos de Baleares, teóricamente próximos al poder autonómico. No en vano los dirigentes de Comisiones -y UGT en menos medida- controlan las direcciones generales de Trabajo y el escaño de senador autonómico. El colapso y las molestias no resultaron, pues, atribuibles a los habituales conflictos de controladores franceses o españoles o a los poderosos pilotos del Sepla. El conflicto ha estallado con su considerable efecto al atrapar a miles de turistas en los aeropuertos, pese a no lograr el objetivo sindical de paralizar las operaciones de los aviones. La huelga sucede, además, en una fecha inconveniente, justo ahora que el pacto de izquierdas y nacionalista de Baleares conmemora sus fastos por los dos años en el poder.

'El daño de imagen es irreparable', observa el sector empresarial turístico -que dice que el paro de tres días puede causar 10.000 millones de pérdidas, al calcular en 5.000 millones el coste perdido en el gasto turístico-. Varios centenares de millones serán asumidos por agencias y operadores que han pagado taxis muy caros: el transporte de 50 pasajeros (los que van en autobús) puede sumar un coste adicional de 100.000 pesetas según el trayecto. El operativo extraordinario de asistencia en los aeropuertos y hoteles a las masas disgregadas de turistas también sumará un dispendio aún sin calcular.

La patronal turística mantiene una pésima relación con el Gobierno de Antich y desde hace meses le acusa de haber dañado con su estrategia política el negocio hotelero. Sin embargo, ayer, portavoces hoteleros alababan el empeño de los izquierdistas en cerrar la crisis. Otras voces sindicales y patronales coincidieron, sin embargo, en que desde hace 15 días se tenía asumido que la huelga era inevitable.

Portavoces gubernamentales que observaron desde dentro las negociaciones bilaterales negaban la hipótesis política del caos culpable contra el Ejecutivo y asumían que 'la división interna sindical y un radicalismo sobrevenido hicieron estallar los puentes en una huelga que tiene limitadas divergencias'.

Unos turistas duermen sobre colchonetas en el aeropuerto de Palma.
Unos turistas duermen sobre colchonetas en el aeropuerto de Palma.REUTERS

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