El enemigo en casa
El último estallido violento en Skopje ha puesto de manifiesto que entre los eslavos existen fuertes discrepancias a la hora de abordar soluciones al conflicto. Pero lo más grave es que esas diferencias están causando estragos en el seno del propio Gobierno macedonio. La salida el lunes, bajo supervisión de la OTAN y la UE, de unos 500 guerrilleros de Aracinovo ha provocado los gritos de 'traidor' dedicados al presidente Trajkovski por los asaltantes del Parlamento.
En las importantes reuniones de ayer en Bruselas, nadie duda de que tras los disturbios del lunes se encuentra el ministro del Interior, Liube Boskovski. Este eslavo radical dimitió el pasado fin de semana como miembro del Consejo de Seguridad Nacional, pero no como ministro. 'Ha dimitido, pero se queda', había advertido enigmáticamente el lunes, a mediodía, el ministro español de Exteriores, Josep Piqué, quien ya había escuchado a colegas suyos en Luxemburgo las sospechas que levantaba Boskovski.
'La OTAN forzó al Gobierno a autorizar a los terroristas la salida de Aracinovo', dijo ayer Boskovski, desmentido inmediatamente por la OTAN y por el propio presidente macedonio. 'No ayudamos a los albaneses a huir', afirmó ayer un portavoz de la OTAN, 'sino que intervinimos a petición del Gobierno macedonio para facilitar una solución'.
Pero la retirada de los guerrilleros, que en ningún momento fueron desarmados, levantó los ánimos de elementos radicales de las fuerzas de seguridad y, sólo unas horas después de evacuado Aracinovo, fueron unidades leales a Boskovski las que intervinieron en el asalto al Parlamento de Skopje, que estaba escasamente protegido, pese a encontrarse en su interior Trakjovski y los negociadores de los principales partidos. Y fue ese ministro el único que pudo hablar con los asaltantes sin sentirse amenazado por ellos, aunque él afirma que fue para pedirles calma. 'Hay una gran preocupación por la actitud de ese ministro', comentó ayer un portavoz oficial de la UE.
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