Antonio Fernández, herido grave
El novillero Antonio Fernández resultó cogido por el quinto de la tarde cuando lo toreaba de muleta. El animal, de embestida áspera, lo volteó e hirió en el muslo derecho.
El cartel decía que los novillos eran de Cebada Gago, y había que creérselo. Lo cierto es que no hicieron honor a su casa, la que dice que cría toros de bonita lámina, poderosos y de encastada nobleza. No señor. Estos novillos parecían hijos de un semental del vecino, que en noche de luna llena y con los sentidos encendidos saltó la valla, hizo lo que suelen hacer lo sementales con vacas en estado de gracia, y aquí está el resultado: novillos muy desiguales, distraídos, mansos, descastados y sosos.
Corpas es un veterano novillero que, desde sus comienzos, apuntaba una carrera directa el éxito. Pero la vida es una tómbola y a él le ha tocado seguir en el escalafón. De este modo, el tiempo oxida la ilusión, y la espera acaba en desesperación. Corpas mantiene el buen gusto, pero no sabe qué hacer ya para que le reconozcan sus méritos. Su primero, un novillo sin fuerzas y rajado, le permitió mostrar sus buenas maneras en dos tandas de derechazos. Echó el resto en el cuarto, tan manso como los demás y de áspera embestida. Aguantó las tarascadas con gallardía, y después de deleitar a la verónica, toreó con quietud con la mano derecha. Mató con decisión y paseó una oreja que ojalá le sirva para tomar una alternativa injustamente negada hasta ahora.
Cebada / Corpas, Fernández, Velázquez
Novillos de Cebada Gago, desiguales, blandos y descastados. Francisco Javier Corpas: ovación tras aviso, oreja y silencio en el que mató en sustitución de Fernández. Antonio Fernández: silencio; fue cogido en el quinto. Nuno Velázquez: vuelta y ovación. Fernández recibió una cornada grave en el muslo derecho, de tres trayectorias de 20, 15 y 10 centímetros. Plaza de la Real Maestranza, 24 de junio. Novillada de abono. Media entrada.
Fernández se llevó la cornada después de dejar patente su voluntad, con un lote muy poco propicio. Nuno Velázquez, un joven portugués, llegó con muchas ganas de triunfo y voluntad. Emocionó en su primero con la mano derecha y nada pudo hacer con el marmolillo sexto.
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