El mercado turístico apuesta por lo singular

Visitar ganaderías, yeguadas, bodegas o almazaras, despescar en las salinas de Chiclana, pasear a caballo, en velero o practicar parapente en las sierras, celebrar fiestas en rancios palacios o típicos cortijos. En los últimos tiempos ha proliferado una serie de empresas que se han empeñado en convertir en atractivo turístico las tradiciones más enraizadas de Andalucía, y las usan como reclamo para captar los millares de congresos, convenciones y reuniones que empresas e instituciones organizan cada año.

'Hay 100.000 hoteles en 100.000 sitios distintos, pero Andalucía tiene un entorno, una oferta singular que la convierten en un destino privilegiado', explica Alberto Yagüe, director ejecutivo de una división de Carlson Wagonlit Travel dedicada a la organización de este tipo de eventos. Es una de las 95 agencias del sector, 45 de ellas nacionales, que han participado en Córdoba en el Tercer Encuentro Profesional de Turismo de Negocios, y que han podido establecer contacto con 135 empresas andaluzas que han presentado sus ofertas en este peculiar mercado, desde hoteles de cuatro y cinco estrellas a organizadores de carreras de trineos en Sierra Nevada o de asaltos de bandoleros en la sierra de Cádiz.

'Aquí a lo mejor no se valora, pero en febrero tuvimos una convención de una multinacional en Jerez y a los asistentes les resultó increíble poder estar en esas fechas tomando una copa al aire libre en un cortijo por la noche', cuenta Yagüe.

El problema, reconoce, es que muchas de estas empresas tienen una dimensión pequeña y difícil acceso a los mercados, por lo que celebra la iniciativa de Turismo Andaluz de organizar estos encuentros. 'Hay cosas que ni sabía que existían', agrega. Walter Capiau, director de la agencia belga Master Events, insiste en lo mismo: 'Estar aquí, conocer el destino in situ es muy importante, porque lo descubres como si fuera nuevo'. Los profesionales asistentes al encuentro de Córdoba han tenido oportunidad de participar en algunas de las actividades que venden a sus clientes, una cena con menú y ambiente andalusí en el Alcázar de los Reyes Cristianos y una visita personalizada a la Mezquita al anochecer y amenizada con canto gregoriano.

Pese a todas estas excelencias, y a que se trata de un segmento en evidente expansión, el turismo de reuniones en Andalucía tiene aún poca actividad y las principales ciudades juegan un papel muy secundario respecto a Madrid y Barcelona, que lideran con claridad el mercado en España, y a otros destinos que emergen con pujanza como Valencia. Aunque no existen datos precisos, la Consejería de Turismo y Deportes estima que el turismo de congresos reporta a la comunidad unos ingresos anuales de entre 95.000 y 105.000 millones de pesetas.

'Este tipo de turismo tiene la ventaja de que el factor precio no es determinante, porque los clientes son empresas o instituciones que buscan satisfacer al máximo posible a sus invitados', asegura José Puebla, director general de Técnica Incentivos, empresa organizadora de congresos radicada en Marbella.

Pero si bien en el encuentro de Córdoba se ha estimado la potencialidad de la oferta complementaria de Andalucía para este segmento turístico, otra cosa es el equipamiento necesario. Puebla admite que es 'muy difícil encontrar sitios cubiertos adecuados para celebrar eventos con más de 500 personas'. 'Siempre puedes montar una carpa, pero no se trata de eso'. 'También en esto es fundamental ser singulares', asegura un técnico de Turismo Andaluz.

En el encuentro de Córdoba se han puesto además de manifiesto deficiencias de infraestructuras que impiden aprovechar algunos recursos de interés como como por ejemplo las ciudades de Úbeda y Baeza por su difícil accesibilidad. Normalmente, los congresos reciben participantes de lugares muy distintos y duran en muchas ocasiones un par de días, con lo que no se pueden diseñar programas que requieran mucho tiempo de desplazamientos.

La consultora Asistencias Técnicas Claves sostiene que los principales factores de competitividad de Andalucía son el clima, la atmósfera social y la singularidad cultural; pero también señala algunos elementos de estrangulamiento como la escasez de conexiones aéreas, la falta de adecuación del espacio turístico de las ciudades y mala imagen de la capacidad de organizar.