Presidente busca casa en Menorca

La búsqueda de un lugar apropiado para que José María Aznar y familia disfruten de unas vacaciones seguras y tranquilas se ha convertido en una complicada operación contrarreloj para el aparato de la Moncloa, tras haber fracasado el intento de que la finca de Mongofre Nou se convirtiera este año en la residencia estival del jefe del Gobierno.

Los emisarios de Presidencia rastreaban ayer un selecto listado de las ya escasas oportunidades que quedan sin comprometer en el carísimo mercado de viviendas de veraneo de gama alta en Menorca.

Las posibilidades eran reducidas: un gran caserón en Son Triay, en Ferreries, cerca de Cala Galdana; un chalé espacioso en la zona litoral de Mahón o alguna de las solitarias mansiones de la isla. El fontanero de confianza de Moncloa Antonio Cámara, que cuenta con casa familiar en la isla, dirige el operativo inmobiliario, con la ayuda de los hombres del PP de Menorca, que no quieren dejar pasar la oportunidad de figurar a la sombra del líder. El partido del futuro veraneante está en la oposición en las instituciones insulares.

La negativa de los herederos ha frustrado las vacaciones en la finca de Mongofre Nou

La familia Aznar, sujeta a ciertas tribulaciones domésticas, necesita hallar a toda prisa una residencia temporal en la isla de Menorca que sustituya al anunciado, pero ya imposible, destino de la finca de Mongofre Nou, situada en un paisaje salvaje, que fue escogida por la Moncloa en primer lugar para sustituir el chalé habitual de Oropesa, en Castellón, que cedía el fallecido dueño de Porcelanosa, José Soriano.

El presidente del Gobierno y su familia no pisarán Mongofre, uno de los enclaves privados más bellos y aislados de la isla, con una playa virgen e inaccesible por tierra y cuyo vecino urbano más cercano radica a ocho kilómetros. La Fundación Cultural Rubió Tudurí Andrómaco, propietaria de Mongofre como heredera del mecenas, confirmó ayer a Presidencia del Gobierno que 'debía desdecirse de la oferta y disposición de cesión de la finca' y que quedaba rota la posibilidad de que Aznar ocupase la casa, debido a 'la negativa de los nietos del fundador', según la entidad.

José María Aznar y Ana Botella buscan casa a toda prisa porque han sido derrotados en una pugna no buscada. Los deseos de los Aznar han colisionado con la posición de los nietos del mecenas Rubió Tudurí, que no han renunciado a su costumbre de veranear en agosto en las antiguas dependencias familiares de Mongofre. Un abogado de Barcelona asesoró a los Rubió, que querían hacer valer unos derechos reales de vacacionistas frente a Aznar.

'Ha habido una postura hostil y no queremos llegar a pleitos', resumió un portavoz de la fundación. Los familiares de Fernando Rubió Tudurí han obligado a dar marcha atrás a la entidad y a los Aznar. La Moncloa reseñó que renunciaría al uso de la mansión si el tema familiar era polémico y se agrandaba su trascendencia.

'Se ha frustrado una buena oportunidad para promocionar Mongofre y la fundación. Se consideró que era bueno para Menorca, haciendo abstracción del nombre del ocupante y su ideología', dijo una fuente de la entidad, que dejará de ingresar dos millones de pesetas del alquiler presidencial.

'¿Para el mes de agosto? Imposible. Menorca está a tope ya desde Navidad en lo que concierne a las buenas fincas'. La respuesta entre los agentes inmobiliarios era categórica. Alguno de los interlocutores filtró, por error, que habían ofertado una casa amplia 'para el presidente' que se ubica en un costado de la ensenada del puerto de Mahón.

Si los ocupantes de la Moncloa quieren finalmente descansar en la isla tendrán que hacer un esfuerzo económico. Una mansión en el campo de Menorca para ocho personas se paga en agosto a un millón de pesetas por semana, y los chalés medianos se cotizan a 250.000 pesetas la semana. La mayor firma inmobiliaria tenía ayer sólo dos oportunidades: en Llucmaçanes se podía hallar una casa por 2,4 millones y, en el campo, en Torret, otra por 1,8 millones. Ambos casos quedaban fuera de los requisitos de seguridad e intimidad que exige el poder.