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La confianza empresarial en Alemania cae a su nivel más bajo desde 1999 y agrava el temor a una recesión

Una nueva caída del índice de confianza empresarial Ifo -de 92,5 puntos en abril a 90,9 en mayo- agudizó ayer los temores de que Alemania esté al borde de una recesión. Considerado como el indicador más certero sobre la evolución de la economía germana, el índice ha caído en 11 ocasiones en los últimos 12 meses y ahora se encuentra en su nivel más bajo desde mayo de 1999.

Peor aún: nada permite prever que la desaceleración económica haya tocado fondo. Así, el subíndice referido a los negocios futuros también volvió a caer, de 96,6 a 95 puntos. Sólo en el Este del país, mucho más débil en términos económicos, los empresarios se mostraron algo más optimistas en mayo que en abril, tanto en lo que se refiere a la actual marcha de los negocios como a sus expectativas.

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En principio, el actual nivel de confianza empresarial sigue siendo similar al de 1999, cuando la coyuntura se desaceleró transitoriamente debido a los efectos de las crisis financieras internacionales, y aún dista del de la última gran recesión, en 1992. En caso de un ulterior deterioro, sin embargo, Alemania podría estar a punto de entrar en recesión, según han resaltado en estos días diversos analistas y académicos.

Esta semana, varios institutos de investigación económica revisaron a la baja, hasta una media del 1,5%, sus previsiones de crecimiento para este año. Oficialmente, el Gobierno aún mantiene como meta el 2%, pero al ministro de Economía, Werner Müller, ha admitido que será muy díficil alcanzar ese aumento del producto interior bruto (PIB).

El deterioro de la coyuntura internacional está obligando a recortar empleo por parte de las grandes multinacionales alemanas. Tras primeros avisos en este sentido por parte de Siemens, la química BASF anunció esta semana que se retirará de 10 centros de producción a nivel internacional, cerrará 14 plantas adicionales y recortará un 20% sus inversiones.

La desaceleración podría tener un alto coste político para el canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder, quien afronta elecciones en 2002 y ve peligrar su promesa electoral de reducir hasta 3,5 millones el número de parados alemanes en 2002.

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