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Reportaje:

Incesto 'in vitro'

Una francesa de 62 años dio a luz con un óvulo fecundado por su hermano y éste tuvo un hijo con la donante

Esta es una historia de sorpresas. La primera, que a los 62 años una mujer dé a luz a un niño fruto de un óvulo donado. Segundo, que éste óvulo haya sido fecundado por el esperma de su hermano. Tercero, que el hermano a su vez tenga otro bebé con la donante del óvulo. Cuarto, que, a resultas de este lío in vitro, haya ahora dos hermanos con un mismo padre pero dos madres. Y quinto, que el padre es hermano de una madre y, por tanto, también tío de un bebé.

En un primer paso, el caso de Jeanine, profesora jubilada que a los 62 años dio a luz en Fréjus (Costa Azul) a su primer hijo, nacido de un óvulo cedido por una mujer americana e implantado en el útero de Jeanine, planteó hasta qué punto podía aceptarse el hecho de ayudar a crear familias en que las diferencias de edad entre padres e hijos fuesen propias de las que separan los abuelos de sus nietos.

El resultado de ambas fertilizaciones son dos bebés con un mismo padre y dos madres
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Ese parto de madre primípara de 62 años se produjo el pasado 14 de mayo. Ayer se supo que el padre del niño es el hermano de Jeanine, Robert, de 52 años, y que al mismo tiempo que sus espermatozoides servían para fecundar el óvulo que iba a crecer en el vientre de la hermana, también fecundaban otro procedente de la misma donante estadounidense. El resultado es que hoy el mundo cuenta con dos hermanos -un niño y una niña- nacidos con ocho días de intervalo.

La situación se presta a los acertijos. Por ejemplo: 'Sabiendo que mamá hizo crecer dentro suyo al hijo de mi tío, que mi tío es mi padre y que mi hermana, con la que me llevo ocho días, no es hija de mamá, ¿quién soy yo?'. También se presta a otro tipo de cuestiones, menos alambicadas pero mucho más complejas: ¿no hay límite de edad para la maternidad? Si lo hay, ¿es estrictamente físico? Y la paternidad, ¿es admisible a cualquier edad? ¿Es justo dedicar inversión pública a investigar ese tipo de problemas cuando hay en el mundo tantos niños abandonados? Para Jeanine esas preguntas son absurdas. 'El único parentesco real es el genético y, como yo no podía transmitir el mío, he recurrido a mi hermano', dice. Es la vieja voz de la sangre, sólo que ahora en nombre de la genética. Y además deja al margen el haber infringido varias leyes francesas -las mujeres menopáusicas no tienen derecho a procreación médicamente asistida, por ejemplo- o, mejor dicho, el haber sorteado esa legislación acudiendo a Estados Unidos.

El niño nacido en Fréjus va a crecer entre unos padres-hermanos que no consta que sean incestuosos. Lo que sí se sabe es que Robert, hace unos años, quiso suicidarse, y de la tentativa frustrada salió con el rostro desfigurado. Es un dato más -y no precisamente tranquilizador- sobre un contexto familiar difícil y extraño.

Es cierto que la institución familiar ha cambiado mucho en los últimos treinta años, que las parejas homosexuales luchan por adoptar o tener hijos, que los matrimonios ya no son para toda la vida: pero Jeanine y Robert superan con creces lo visto.

'No sé por qué dice eso', afirma Jeanine, 'pues aunque yo haya cumplido los 60 y mi hermano los 50 somos más adecuados como padres de un niño que una pareja de toxicómanos que vive a costa de la sociedad'. Según ella, su caso 'no infringe ningún precepto moral'. 'No hay problema de consanguinidad, no soy ninguna irresponsable', sostiene.

Para Jeanine y Robert ésta es una segunda tentativa. 'Hace dos años ya lo intenté, pero tuve un embarazo extrauterino', explica ella, que recuerda que 'mucho tiempo atrás lo intenté con mis propios óvulos y el esperma de quien era mi compañero entonces'. 'Era una situación legal en Francia pero no me quedé embarazada. Ahora he tenido que viajar, cruzar fronteras, para materializar mi sueño de maternidad, nuestro sueño de ser padres'.

El doctor Vicken Sahakian, autor del implante -precio, 13 millones de pesetas- dice que 'no lo hubiera hecho de saber que Jeanine y Robert son hermanos'. La cuestión de la edad, en cambio, no le planteó problemas morales: 'Les pregunté si tenían medios económicos para educar al hijo'. Es obvio que la respuesta le satisfizo.

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