Del Conservatorio
Quiero denunciar la situación de provincianismo en la que vive el Conservatorio Superior de Madrid: con uno de los edificios más suntuosos de España, y con un cuerpo de catedráticos de prestigio europeo, resulta que la asignatura de dirección de orquesta no cuenta con una orquesta a la cual dirigir. Los alumnos nos vemos obligados a dirigir una filarmónica de espectros invisibles y mudos o, en todo caso, soñar despiertos una orquesta que nos obedece en todo (lo cual discrepa mucho de la realidad).
Para salvar las apariencias, el Conservatorio improvisa cada tres meses una orquesta con músicos de aquí y de allá, y los alumnos tenemos la bendición de dirigirlos veinte minutos al año. No entiendo por qué este Conservatorio no dispone del mismo recurso que el resto del mundo: una orquesta estable de alumnos, amén de otros grupos instrumentales de cámara, con los que los alumnos de dirección puedan practicar.
He cursado estudios oficiales en los conservatorios superiores de Düsseldorf, Utrecht, Essen-Werden y Colonia y recibido cursos especiales de dirección en otros tantos conservatorios europeos; en todos ellos había orquestas de estudiantes a disposición de los futuros directores de orquesta, quienes ofrecían conciertos periódicos con ellas. En Madrid sí hay una orquesta de alumnos, pero la dirigen directores ya hechos y derechos, o quizá desesperados con mono de escenario.
¿De qué nos sirve a los alumnos de dirección orquestal de este insigne centro adquirir una técnica perfecta, por cierto, de manos de uno de los más grandes técnicos que existen hoy en Europa, si no podemos demostrar que la poseemos? Acaso se olvida que uno de los requisitos imprescindibles para optar a un puesto de trabajo como director son los años de práctica orquestal y que el instrumento hace al instrumentista, y la orquesta, al director. Creo que podrá entender nuestra indignación por esta actitud, enormemente lesiva para nuestros intereses futuros.
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