El Roma, campeón 18 años después
La capital de Italia se entrega con aprensión a la fiesta de los hinchas del equipo de Capello
La Ciudad Eterna fue secuestrada ayer por un furor romanista que no se veía en la capital italiana desde hacía 18 años. Miles de tifosi y otros seguidores más tranquilos del Roma, uno de los dos equipos de la ciudad, festejaron por todo lo alto el triunfo -3-1 frente al Parma- de su escuadra en calles y plazas del centro histórico, cerrado al tráfico desde media hora antes de que finalizara el encuentro y completamente acordonado por las fuerzas de seguridad para evitar incidentes.
Dos goles de Francesco To-tti (m. 19) y Vincenzo Montella (m. 39) pusieron enseguida al alcance del Roma el ansiado scudetto, título de campeón de la Liga italiana, por el que suspiraba el equipo desde la última victoria, en la temporada 82/83. En el minuto 33 del segundo tiempo, Batistuta selló el resultado, y los hinchas del Roma, seguros ya del triunfo, se lanzaron al terreno de juego provocando la interrupción del partido -reanudado minutos después- y la primera intervención de la policía.
Cada uno de los goles conseguidos por los jugadores de Fabio Capello convirtió el estadio Olímpico en un hervidero de pasiones, con miles de banderas grana y naranja ondeando furiosamente en las gradas. Pero el entusiasmo no se limitó a ese recinto. Miles de aficionados que no pudieron hacerse con una entrada se pasaron los 90 minutos del encuentro, radio en mano, saludando los goles con insoportables toques de bocina en las principales plazas de la Roma histórica: Venecia, Navona, Plaza del Pueblo y Plaza de España, todas ellas vigiladas por patrullas de la policía nacional y carabinieri, protegidos con cascos y escudos.
Gran despliegue policial El temor a incidentes, en vista de la tensión que había generado la jornada deportiva de ayer, en la que además del Roma aspiraban a conquistar el título el Juventus, a sólo dos puntos del equipo romano, y el Lazio, vigente campeón y a tres puntos del Roma, llevó a las autoridades a trazar un severo plan de control.
Tres mil policías fueron desplegados en toda la ciudad, especialmente en el Olímpico, que se abrió a las 10 de la mañana para permitir a los tifosi que fueran tomando posiciones. Los revendedores de entradas hicieron su agosto, porque hubo quien pagó hasta 85.000 pesetas por una, pero la locura llegó al extremo de que se agotaron también las entradas falsas, a la venta al precio de mil pesetas, pese a ser la mayoría burdas imitaciones. Los hinchas más agresivos fueron objeto de especial vigilancia por la policía y los antidisturbios, que impidieron a los espectadores moverse del estadio hasta el final del encuentro, a las 17.00 horas.
Para evitar cualquier exceso de entusiasmo etílico, se prohibió la venta de bebidas alcohólicas durante toda la jornada y hasta las dos de la madrugada de hoy.
Decenas de políticos, desde el ex primer ministro Massimo d'Alema, ex comunista, a Francesco Storace, presidente de la región Lazio, ex fascista de Alianza Nacional, se congregaron en las gradas junto a artistas y presentadores de televisión, animando a un equipo que levanta pasiones. Algunas barriadas de Roma, como la de Testaccio, de tradición romanista, aparecían decorada con enormes banderas del club, conforme a una Italia en la que los verdaderos rituales patrióticos están ligados al fútbol.
Acompañarán al Roma en la Liga de Campeones el Juventus, al que no le sirvió para ser campeón su triunfo (2-1) sobre el Atalanta, el Lazio y el Parma. La Juve anunció que Marcello Lippi será su próximo entrenador. El Milan, al que dirigirá el turco Fatih Terim, el Inter y el Fiorentina, campeón de la Copa, disputarán la UEFA. Bari, Nápoles y Vicenza bajan a Segunda. Reggina y Verona se jugarán la otra plaza de descenso en un desempate.
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